Los fenicios eran semitas y habían emigrado mucho antes que los modernos árabes mahometanos. Participaron en la gran emigración canaanita, iniciada alrededor del año 2300, a. de J.C.
Obligados a partir a causa de una sequía que agostó gran parte de los pastos de Arabia, las tribus fronterizas que habitaban aquellas regiones se refugiaron en las vecinas tierras de Mesopotamia. Los efectos de la sequía, sufrida primero en Arabia, tardaron más en manifestarse en la inmensa Asia Central, pero al producirse debieron ser muy alarmantes, puesto que los pueblos pastores de las estepas hubieron, huyendo de ella, de dirigirse con sus rebaños hacia el sur y el oeste, comenzando a sumergir la Mesopotamia bajo verdaderos aludes humanos. Allí, en aquellos valles populosos y bien regados, que recibían abundantes aguas de los nevados montes de Armenia, era fácil encontrar el necesario sustento.
No hay razón alguna para creer que los habitantes de Mesopotamia acogiesen con entusiasmo a los invasores. Pero sus objeciones y oposición no surtieron efecto alguno en presencia de un elemento sorpresivo que en tal momento fue tan sensacional como siglos después el empleo de la aviación: los carros.
Los hombres de las estepas decuplicaron sus carros de guerra, y éstos, durante un millar de años, fueron los elementos decisivos de las batallas. Las ciudades de Mesopotamia cayeron, incluso Babilonia fue puesta a saco. El torrente cosmopolita de los invasores, empujando ante sí parte de los semitas y arrastrando a los demás en su propio cauce, fue a verterse a Egipto, invadiéndolo y conquistándolo. Durante cierto tiempo, toda civilización del Asia Occidental quedó como anegada; pero era una civilización sólida y no tardó en renacer del caos.
Cuando el horror de aquella época principió a atenuarse, los príncipes egipcios comenzaron, en su destierro, a construir también carros de guerra. Así pudieron entrar en su país, expulsando a los invasores, reconquistando la Palestina y llegando hasta el Éufrates. Los asirios, los hebreos y otros pueblos parientes suyos se establecieron bajo la férula del poder restaurado de los faraones. En cuanto a los fenicios, Egipto fue útil para ellos en un modo diferente y más amplio.
Los fundamentos de la prosperidad fenicia se asentaron cuando sus ciudades costeras se convirtieran en los puertos asiáticos del nuevo y grande Egipto erigido sobre las ruinas del antiguo. Bajo el protectorado egipcio, los fenicios aprendieron los oficios de constructores de navíos, de navegantes, de traficantes y de intermediarios. No tuvieron necesidad de aprender la profesión de las armas: empezaron por comerciantes, y comerciantes siguieron siendo siempre.
G.P. BAKER. ?ANÍBAL? EDITADO por EDITORIAL DIANA, S.A. MÉXICO, D.F.