La oposición de los padres de familia a la “Operación mochila”, que intentó implementar la Procuraduría General de la República, provocó la implementación de estrategias por los padres de familia, quienes a través de la Asociación Estatal intentan prevenir el fomento de la drogadicción por medio del programa “La mochila de mi hijo”, con el que se han detectado en los últimos seis meses cinco casos que fueron canalizados a la Escuela de Psicología de la UJED.
Las declaraciones que realizó Margarita García de Guerrero, titular del DIF Estatal, al afirmar que las drogas se han introducido a los municipios y abarca cada vez más a los niños y adolescentes, el titular de la Asociación Estatal de Padres de Familia, Heriberto Cardoza Carrera, expuso que debido a las dificultades que enfrentan, han estimado conveniente la estrategia que ellos implementaron para tener un contacto directo con los jóvenes.
“La mochila de mi hijo” es una estrategia en la que los padres de familia “de vez en cuando” revisan los útiles o la maleta que utilizan sus hijos para conocer lo que guardan. Pueden detectar algún estupefaciente, alguna arma o sólo malas notas o calificaciones. El método establecerá un acercamiento con los hijos para estar al pendiente de lo que hacen y qué amistades acostumbran, dijo el informante, al mencionar que se han registrado cinco casos que fueron canalizados a terapia psicológica en la Universidad Juárez del Estado de Durango.
Obvió que el problema en la ingesta de drogas sea mayor en la capital o en Gómez Palacio y no dudó que también se haya extendido en los municipios.
Precisó que en algunas localidades es mucho más fácil que las drogas se introduzcan, sobre todo en los poblados en donde se registra mayor emigración de personas hacia los Estados Unidos. Aseguró que cuando regresan a sus lugares de residencia éstos vuelven con nuevas sustancias ilícitas, mismas que ponen en peligro la salud de los jóvenes de estos lugares.
También señaló que en la capital duranguense la asociación ha detectado como principales lugares de incidencia las colonias de la periferia y algunas populares como la Emiliano Zapata y la Máximo Gámiz, ejemplificó.
Dijo que el fenómeno social que se presenta ante el consumo de estupefacientes es una realidad que no puede ocultarse fácilmente; “no puede taparse el sol con un dedo”, finalizó.