POR CRISTAL BARRIENTOS
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Apenas han pasado diez cuadras y el camión ya está repleto. No cabe una alma más, pero los pasajeros se arman de paciencia, mientras, el chofer se las ingenia para subir más y más personas.
El chofer no la piensa dos veces para presionar a la gente: “pásele pa´ tras... allá caben... señora atrás está solo”, pero la persona que viaja en el último escalón le grita: “ya no hay lugar” y luego se agarra fuerte del pasamanos.
La “mosca” también hace su trabajo. Golpea la puerta trasera del camión hasta fastidiar y sus gritos ensordecen: “súbale pa´rriba... agárrese”. Él también presiona los pies contra el piso para no caer de las escaleras.
“¡Bajan... bajan!... ¡que bajan!”, pero la señora ve con enfado que el chofer no la escuchó. La música a todo volumen le impide oír la petición de la mujer, ahora tendrá que caminar varias cuadras para llegar a su destino.
No importa que los pasajeros vayan de pie, el asiento ubicado justo detrás del chofer es ocupado por sus amigos. Así mientras realiza el recorrido, se da tiempo para platicar y fumarse uno que otro cigarro con ellos.
Los pasajeros con suerte, es decir, quienes van sentados, tratan de abrir las ventanas para dejar entrar aire fresco al camión, el humo del cigarro les molesta, pero no pueden, están atascadas, por eso se resigan y recargan la cabeza en los vidrios.
Después de 20 minutos, los pasajeros que van de pie comienzan a cansarse. Dejan caer el peso del cuerpo en un pie, luego en el otro. Algunos incluso se recargan sobre los asientos ocupados. Impacientes constantemente ven su reloj o el del otro pasajero, cuentan los minutos que faltan para bajarse del camión.
Las arterias más transitadas son las peores. Entonces los usuarios deben soportar el mal humor que le provoca al chofer que otros trabajadores del volante le ganen el pasaje. A toda costa trata de impedirlo.
El tiempo apremia en las horas pico, el chofer presiona el acelerador y el usuario debe entender que tiene prisa, por eso debe subir o bajar lo más pronto posible, pues el trabajador del volante debe ser más ágil que sus compañeros, por eso rebasa por la izquierda, por la derecha, por donde sea, el objetivo es ahorrar todos los minutos posibles sin importarle el suplicio de los pasajeros.