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Paulina Rubio sólo habla lo que quiere

Gabriel Bauducco

El Siglo de Torreón

MÉXICO, DF.- Estaba parado en la puerta de un lujoso hotel en la zona de Polanco, de la Ciudad de México. No era un fan que espera verla salir a la velocidad de un rayo, en una camioneta blandada y rodeada de guardaespaldas. Era apenas un periodista que acababa de ser “despedido” por el personal de Universal, su disquera, después de que ella decidió no continuar con la entrevista. A la velocidad del rayo, más bien, descendí no menos de quince pisos, desde la sala donde acababa de verla. Lo hice acompañado, gentilmente, por una persona que la “asiste”, cuando Paulina, la chica dorada, la niña mimada, se enojó a los 12 minutos de entrevista.

Dijo qué no dormía bien. Qué llevaba por lo menos una semana sin hacerlo. ¿Tendría algo que ver con eso el humor de ese día?

Caminaba por uno de los pasillos del hotel cuando uno de sus “asistentes” me dijo: “no quiero ver ni una palabra que Paulina no haya dicho, ni una palabra de más en esa entrevista”.

Pero eso no tiene nada de raro... porque unos días antes había visto a Paulina, en una conferencia de prensa, peleando con los periodistas y acusando de mentiroso a un colega. ¡Ay, Paulina!

En los últimos días, el gerente de compilaciones de Universal fue despedido por decir en una conferencia de frente que esa disquera pagaba a las emisoras de radio, para que incluyeran a sus artistas en las programaciones. La famosa “payola”... una practica non sancta en el mundo de la música.

Algunos periódicos especularon incluso con la idea de que si no fuera por eso, quizá Paulina no tendría en los medios el lugar que tiene. Pero lo tiene, por su pasado, por su familia, por ella misma, como sea. Ahí está... y es una de las artistas pop que salen al mundo a representar a México. Aún con ese genio. ¡Ay, Paulina!

-Ha dicho que le gusta leer. Así es que le traje un libro, que compila 100 relatos.

-Qué lindo, muchas gracias. Ahora que terminemos, me lo dedicas, entonces.

-Paulina, antes de empezar, quiero decir que hablo duro, pero no deseo que tome como cuestiones personales las preguntas que le hago.

-Bueno, pues, yo también pego fuerte, así es que si te vas con un ojo morado (sonríe)...

-Tenemos poco tiempo, así es que ... ¿por qué no hablamos de sexo, droga y rock & roll?

-¿Y por qué quieres hablar de eso en mi entrevista? ¿Por qué no podemos hablar de meditación, yoga y nutrición? Yo prefiero hablar de nutrición. Porque soy una persona pública y me gusta hablar de lo que es mi vida. Y mi vida en este momento es nutrición, ejercicio, viajes, mente y cuerpo, equilibro. Así es que vamos a hablar de lo que a mí me interesa, no de lo que a ti te interesa. Así es que si me dices que vamos a hablar de eso, no me interesa. Sexo, drogas y rock & roll.

-¿Rock & roll tampoco?

-Tú ya lo expusiste todo junto. No me interesa todo junto. Prefiero hablar de religión si te pones en ese plan. O se fit for life. O de algún otro asunto. No me impongas cosas.

-Ok. Hablemos de eso que usted quiere. ¿Por qué alguien como usted, que por momentos parece muy intensa...?

-Soy intensa, no parezco.

-Decía... ¿por qué alguien que parece intensa, tiene, por otro lado, un discurso muy suave?

-A que te refieres cuando dices “discurso”

-A las cosas que dice. Habla de temas que la gente entiende cómo suaves: meditación, yoga, nutrición.

-La gente tiene que hablar de lo que quiere hablar. Hay quienes quieren hablar de guerras, o de cómo tratan a las mujeres en África... Que hablen de lo que quieran. Y si tú quieres hablar de sexo, droga y rock & roll, porque eso es tu vida, pues habla de eso. Pero yo quiero hablar de yoga, meditación y nutrición. A menos que quieras hacerme preguntas directas, entonces yo te las contesto. Pero esta es mi oportunidad de tener contacto con mi gente. Así es que quiero hablar de lo que vivo, lo que estoy haciendo y lo que me interesa trascender. Quiero hablar de cosas positivas. Ahora que si las cosas negativas son más deep, y más suaves las cosas positivas... Uno tiene que hablar de lo que quiera hablar. Porque hablar es una voluntad personal.

-Estamos sentados a una diminuta mesa, en una habitación que es como un pequeño bar del hotel en el que conversamos, frente al Auditorio Nacional. Paulina es una muchacha de ojos saltones, boca grande, piernas flacas, cutis terso y genio alborotado. Toda ella es delgada, parece que va a romperse. A Paulina le gusta mucho discutir. No es un invento, es la conclusión de sus presentaciones ante los periodistas. Y no acepta errores. Para todo tiene una explicación que le acomode. No le gusta perder. A nadie le gusta, claro, pero en ella se nota mucho.

La gente suele preguntarse cuáles son las presiones con las que debe vivir una persona como usted.

-La presión que tengo es el tiempo. El poco tiempo que tengo para comunicar mis ideas. Estoy durmiendo cada vez menos. Ahora duermo 6 o 7 horas, que para mí es muy poco. Porque si no me despiertas, yo puedo dormir 15 o 16 horas. Me preocupa que todo salga bien. Me preocupa lo que hago, me preocupan los próximos 30 días de mi vida, a dónde voy, a qué hora vuelo, dónde voy a dormir, cuáles son los pocos momentos para hacer ejercicio, para leer mis cosas, para hablar con mi familia. Para comprar las cosas que te apetecen, como música, o libros, tus vitaminas favoritas. Así pasa cuando dejas de dormir bien. Piensas hasta cuando estás en la cama. Entonces tienes que meditar o buscar algún remedio homeopático para poder dormir. Yo llevo una semana sin dormir bien. Y es por tanta tensión. Me cuesta mucho conciliar el sueño.

-Qué curioso. Nunca había conocido a nadie que tuviera una “vitamina favorita.”

-A mí me gusta mucho el ginseng, me gusta el ajo. El managua, el guaraná, la valeriana. Diferentes cosas, depende de cómo te sientas. El ajo es antioxidante, la valeriana te quita la tensión. Y depende de lo que leas, te vuelves más cercana a unas yerbas o a otras. Me gusta hablar con mi mamá y hacer diferentes tes.

-¿Y también cocina?

-No, cocino muy mal, porque no me gusta. Bueno, ni siquiera digo que cocino mal porque no intento hacerlo. A pesar de que sí me gusta comer.

- Ahora que habla de leer... El otro día, en una conferencia de presa usted dijo que lee filosofía. Y para demostrarlo señaló que Descartes dijo “sólo sé que no sé nada” y Sócrates, “pienso y luego existo”. En realidad, fue al revés.

-Sí, fue al revés.

-¿Qué otras cosas lee?

-Novelas de Isabel Allende o Laura Esquivel. Me gusta Virginia Wolf. Pero hablemos de música. Porque, por tu respiración, noto intensidad en tú emoción.

-Es probable. Tenemos de veras poco tiempo y muchas cosas que hablar... Cuando usted está en México presentando un disco, los medios de comunicación la tratan de una manera, atenta. Pero cuando no está aquí, los comentarios sobre usted y su trabajo son muy distintos. Supongo que ya lo sabe.

-Me da igual. Porque como no estoy... Dicen que cuando no estás presente, qué más da lo que pase. Ojos que no ven corazón que no siente.

-¿De verdad no le importa?

-No me importa. De veras. No me importa lo que diga el día de mañana una persona que no me conoce. Me da exactamente lo mismo.

-No se trata de lo que se dice de usted en una reunión de amigos, sino de lo que se publica en los medios, para millones de personas.

-Está muy bien. En cuanto más escriban de mí, más energía me dan, porque me dan más atención. Y porque me brindan su tiempo y su vida. Existo. Estoy aquí.

-¿Cómo cree que la trata la prensa en España?

-Bien. Igual que en todas partes.

-O sea, ¿cuándo está ahí, bien y cuando no está, más o menos?

-No, no, no. Esas son palabras tuyas.

-Paulina, no estoy inventado.

-Sí, lo estás inventando. Estás poniéndome palabras que no he dicho.

-No dije que lo hubiera dicho usted. Yo lo digo, porque lo leo en los medios. Debe haberlo leído usted también.

-No, no leo lo que dicen de mí. No tengo tiempo para eso. Tengo apenas tiempo para dormir, comer, viajar y seguir de promoción. O sea que el poco tiempo que tengo para poder relajarme, lo utilizo para escuchar música, para estar con mis amigos o mi familia. O haciendo lo que me apetece. Pero no le echo más leña al fuego.

-¿Qué le apetece?

-Comer, ahora mismo.

-¿Y qué cosas le molestan?

-La gente pedante. La gente que te dice algo para ver tu reacción y que cuando ve que no hay reacción, más se enojan. Y me molesta la hipocresía, y las personas que se me acercan creyendo que me conocen y que me pueden poner a prueba, en el hilo del precipicio.

-En una entrevista de la revista Hola, usted dice que sueña con un mundo con menos fronteras o con fronteras más flexibles. Y dice en esa entrevista... ¿qué usted hace una aportación a eso?

-Lo que yo trato de hacer, de una forma simple, porque mi música y mis letras son muy simples, es mezclar diferentes culturas. Tal y como lo he absorbido y como siento la globalización del planeta en este momento. Mi música es completamente global.

-¿Ha consumido drogas alguna vez?

-No.

-No se enoje.

-Sí me enojo, cuidado con lo que dices, creo que eres muy impertinente.

-Un poco impertinente, tal vez.

-Ah, ¿sí?... Entonces bye. (Paulina se levanta. Y dejando el libro sobre la mesa, se va)

Se pone de película

Probablemente sea moda, pero el hecho es que en el último año varios productores y directores de Hollywood han puesto su mirada en la música hecha por mexicanos, para incluirlas en las bandas sonoras de sus películas.

Los más recientes casos son los de Paulina Rubio, El Gran Silencio y Kinky. Los dos primeros prestaron los temas Y Yo Sigo Aquí y Columpio, respectivamente, para que formaran de la película S.W.A.T.

Por su parte, la banda regiomontana de Kinky contribuyó con la canción Más, que fue incluida en la cinta Thirteen, estelarizada por Holly Hunter, la cual está por estrenarse en Estados Unidos.

La directora de esta última película, Catherine Hardwicke, quien es de McAllen, Texas, me dijo que ella fue la culpable de que la música de Kinky esté en el filme. Pues me contó que una vez fue a verlos a un show que ofrecieron en Los Ángeles y que desde ahí quedó enamorada de su música, al grado, que ahora que hizo esta película pidió que el tema Más fuera puesto en la cinta.

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