El País
MADRID, ESPAÑA.- Abomina de la imagen que se quiere dar de ella, de mujer sexy, frívola. Está horrorizada con afrontar nuevamente una campaña de promoción en la que los desnudos y el sexo van a ocupar, seguro, parte fundamental de las preguntas -más o menos intencionadas- de los informadores.
“Desde que rodé Lucía y el Sexo algunos me han querido convertir en una especie de sex symbol –que ni lo soy ni me siento para nada en ese papel– y te ven de una forma… y sólo te hablan de eso. Fíjate que he hecho luego cuatro películas y muy diferentes, que no tienen nada que ver con el sexo… entonces ¡compruebas que tienes en Internet fotos desnudas…!, es como que, bueno, se te va de las manos el tema. Ahora haces Carmen, y otra vez vuelve la obsesión… ¡Es duro! Me he dado cuenta de que no, que una persona puede seleccionar la imagen que los demás puedan llegar a tener de ti”.
Es evidente que los peores recuerdos de Paz Vega sobre la película Carmen tienen que ver con el rodaje de las escenas de sexo, con desnudos integrales y mucha cama. Asegura que nunca se acostumbra a ellas. “Las escenas de acción son divertidísimas, suelen ser cansadas o no, pero suelen ser muy divertidas; las de ternura… son muy lindas; las eróticas son como un juego, porque no juega el amor, sino la tontería, el camelarse… y eso puede ser hasta bonito… pero ¡ay, las escenas de sexo…! Los actores lo pasamos siempre mal… yo lo paso fatal… cada vez es peor, cada vez tienes más trabas, cada vez te sientes más insegura, cada vez… no sé si es porque vas cumpliendo años… no sé, ¡es... terrible…!”.
Y eso que, como ella misma reconoce, tenía ya alguna experiencia después de Lucía y el Sexo, donde tuvo que desnudarse y rodar varias escenas de sexo. Recientemente la revista norteamericana Premiere la considera una de las diez películas más “calientes” de la historia del cine. “En aquella película había un sexo como más libre, más espontáneo, como más fresco… natural… Pero en cualquier caso, mi alma está en los dos papeles aunque no de la misma manera; hay una manera distinta de interpretarlos, de afrontarlos, porque corresponden a dos tipos de mujeres diferentes y yo, como mujer, estoy más cerca de Lucía que de Carmen. En Carmen hay otro tipo de interpretación, llámalo más impuesta o más calculada; aquí el sexo está más preparado… Pero, en cualquier caso, tengo que desnudarme delante de mucha gente… y ¡lo paso fatal!”.
No quiere Paz Vega ventilar el tema de Lucía y el Sexo sin reconocer que le debe su carrera a Medem, que se atrevió, pese a su escasa experiencia en el cine, a darle ese papel protagonista en Lucía y el Sexo, que bordó, y que le ha supuesto premios, las mejores críticas y ser conocida en todo el mundo.
“¡Le debo tanto…! Para mí hay un antes y un después de esa película en mi carrera. Por supuesto, no me arrepiento, porque eso no, para nada, de mi trabajo, pero, sí, a lo mejor ahora hubiera hecho algunas cosas de otra manera… Aquélla es una película en la que lo di todo, era virgen, en todos los aspectos, e hice todo lo que tenía que hacer, lo que Julio me pidió y sin pensarlo mucho. Me entregué completamente a Julio; estuve totalmente en sus manos… me volqué con mucha virginidad, con mucha candidez y con mucha naturalidad a todo. Y, probablemente, en eso también está el encanto de la película, pero claro, ¡nunca, nunca más me voy a volcar de esa manera!”.
Por eso cuando llegó la oferta para hacer Sólo Mía, una película sobre el maltrato a las mujeres, que dirigió Javier Balaguer, tenía claro que iba a tomar las riendas de su trabajo y a hacer valer sus opiniones. “Estoy contenta con ese trabajo, fue muy bonito. Sabía que la película me iba obligar a hacer un trabajo de composición, porque el personaje tenía una transición importante: de niña mona despreocupada, a mujer machacada, hecha polvo. La historia, mi papel, tenía niveles grandes de dramatismo y ello implicaba un trabajo muy duro, con menos espontaneidad y más elaboración. Fue un trabajo de mucha intensidad, de los que te dejan huella. Fue un rodaje más difícil que el de Carmen; tenía que llegar a ciertos registros que nunca había trabajado ni alcanzado”.
Después de Sólo Mía le ofrecieron una película, El Otro Lado de la Cama, de Martínez Lázaro, que pese a su éxito no la considera importante en su carrera. Reconoce con humildad que no le gusta –no se gusta– porque no hizo bien su trabajo. “Para mí el rodaje fue como un relajo porque yo venía de Lucía, de Sólo Mía y, corriendo, a la semana, me incorporé a esta película, y fue como, no sé… unas semi-vacaciones entre amigos. En el fondo me lo tomé así, porque fue así; jamás me volveré a tomar una película de esa forma porque no es que no me lo creyera, es que no la defendí como debía haberla defendido. Ese personaje no tiene ningún conflicto, es el único que no tiene conflicto… es una cosa de matices.
Yo pienso que los grandes papeles, los que te marcan, son porque tienen matices. Lo que pasa es que ha quedado una cosa linda… pero yo como mujer que trabaja en el teatro, una chica comprometida con su ciudad su… tenía que haberle dado al personaje un punto distinto, un giro; podía, de verdad, hacer algo más interesante… y no lo hice por relajo… me faltó implicación; eso es una cosa, que no hay que achacarla al director. Culpa mía”.
Tampoco le animó mucho su participación en la película Novo, del director francés Jean-Pierre Limosin, en la que también trabajaba Eduardo Noriega. Estaba rodando El Otro Lado… cuando le ofrecieron trabajo en París. “Me vio y me dijo que sí, que me quería para su película… y yo digo… ‘¡Oye, pero es que yo no hablo francés!; es que no hablo nada de francés ni sé leer francés!’. ‘¡No, no importa!’, me convenció. Eran cinco sesiones y pagaban bien. Y yo pensé: ‘¡Venga, me voy dos meses a París, divino…!’. ¡Lo pasé fatal! Estaba sola, me sentía sola, triste… lloraba por las calles, me sentía fatal… porque no sabía hablar francés y el inglés tampoco lo controlaba mucho que digamos, no conocía a nadie, el hotel en el que estaba era una mi… era todo como horrible… Menos mal que estaba Eduardo y salíamos a cenar por la noche después de rodar, y así se me hizo más llevadero”.
En aquella época, además, Paz Vega no había conocido aún a Orson, que se acabaría convirtiendo en su marido. “Yo estaba sola; creo que era lo que me pasaba, me faltaba enamorarme. Es que a París o vas enamorado o enrollado con una pareja cuatro días o no hay nada que hacer… Lo peor es que luego, cuando vi la película, la verdad…, las cosas como son, no la entendí; pero bueno, aprendí la lección”.
Y, claro, cuando le llamaron de la productora de El Deseo para proponerle trabajar con Pedro Almodóvar en la película Hable con Ella aquello le pareció un auténtico sueño. “Cuando me dijeron que era un papel de cine mudo y tal, al principio pensé: ‘¡Ay, qué pena que mi primer trabajo con Pedro sea una película de cine mudo y con un papel corto!’… pero, bueno, fue la bomba, y me lo pasé muy bien aquellos 15 días. Me quedaron ganas de darle más a Pedro… ¡me encantaría volver a rodar con él, claro!”.
Al acabar su trabajo con Almodóvar se produjo un parón de un año y no porque no tuviera ofertas… “El problema es que no llegaban guiones interesantes… yo siempre he seleccionado bastante; desde que empecé más o menos he ido seleccionando, pero ahora me lo tomé bien… ‘¡Si tengo que estar un año en paro… sin trabajar, pues no pasa absolutamente nada!’. Y en los dos años he hecho dos películas… bueno, desde Carmen he estado un año sin rodar hasta ahora que vuelvo a hacer Digo que sí”.
Una historia de una actriz sevillana que quiere ser famosa a toda costa; una chica muy alocá y divertida que se llama Estrella. Una comedia dirigida por el debutante Juan Calvo en la que también trabajan Ornella Muti, Pepe Viyuela… “Estrella es una actriz, es muy ambiciosa… es capaz de mentir y todo sólo por ser actriz, y a la vez es muy cándida…; es ambiciosa pero con candidez. Estoy encantada de hacer comedia, además de acción, con tiroteos, persecuciones… Salgo guapita, pero no sexy... porque es una actriz siempre muy preparada por si hay un cazatalentos por la calle que la va a coger, pero no un sexy tipo Carmen, no”.
Muy fiel a sus raíces
Ríe con ganas Paz Vega cuando se le pregunta por aquellas declaraciones en las que supuestamente decía que se quería ir a vivir y a trabajar en Estados Unidos. “¡Es increíble… dices una vez una cosa… Yo no me voy a Estados Unidos a vivir; mi idea es poder trabajar en otros países y para eso necesito hablar inglés.
Pero para eso me voy a Londres, a Inglaterra o a Irlanda como mucho para estudiar dos meses intensivos. Ésa es una asignatura pendiente de trabajo. Me voy a hacer un curso y ya está. A Estados Unidos iré cuando me llamen para hacer una película o hacer una prueba. No me voy a vivir allí… para nada; Hollywood no es una meta.
Es que estoy harta de decirlo. Que me llaman para hacer una película, pues me voy tres meses, seis meses, a hacer la película pero luego me vengo. Mi sitio está aquí, mi casa está aquí, mi familia está aquí”.
Se confiesa
Paz Vega mantiene que pese a haber rodado ya 12 películas sigue teniendo el mismo ímpetu, fuerza, ansiedad que tenía cuando comenzó a rodar series en televisión y debutó en el cine con Nadie Conoce a Nadie, de Mateo Gil.
-“Yo soy una persona muy pasional, pero es verdad que no sé si son los años o lo que sea que hay una parte que va cambiando”.
-“Antes era más abierta, me daba igual todo, también porque no tenía nada que perder”.
-Vega cree que es la misma chica alegre y confiada que llegó a Madrid para hacer carrera, primero en la televisión y luego en el cine.
-Confiesa que, por desgracia, la experiencia con algunos medios de comunicación le ha enseñado a protegerse en lo personal, a cuidar mucho su vida privada. “Yo no quiero perder mi espontaneidad, pero hay cosas que una no tiene que aguantar por ser actriz famosa”.
-“El otro día me dijeron: ‘Oye, ¡tienes fama de fría…!’ Pues mira, no me importa que haya gente que pueda pensar que soy fría, porque en el fondo es algo de lo que tengo que preservarme, porque por ser actriz no tengo que estar todo el día expuesta, haciendo declaraciones en las teles ni la gente tiene derecho a exigirme algo más que mi trabajo en la pantalla… ¡Es que te agota hacer de actriz todo el día! Pero creo que se puede ir controlando poco a poco, porque si no te vuelves loca…”.
-Si nos referimos a un deseo profesional o personal, Paz sorprende con una confesión: “Si ahora mismo pudiera parar el tiempo, sería mamá, pero no puedo, de momento. He conseguido mucho, es verdad, pero me faltan como dos añitos para terminar un ciclo profesional… sólo falta un arquito”.
FUENTE: El País