Gómez Palacio, Dgo.- Se ganan la vida en las calles. Las mujeres del rebozo sólo extienden la mano frente a la ventana de los conductores, mientras algunos niños insisten en ofrecerles dulces, otros más retan al fuego, hacen lo que sea por llamar su atención a cambio de algunas monedas.
Son los dueños de los cruceros de la ciudad, aunque no todos vivan en ella. Algunos como los limpiaparabrisas o las Marías, vienen de Torreón a ganarse la vida en calles ajenas. Los demás, los más pequeños, pertenecen a colonias de Gómez Palacio, donde las necesidades son muchas y el dinero nunca alcanza.
En Gómez Palacio se estima que más de 600 niños se ganan la vida trabajando, unos en las calles de la ciudad, dependiendo siempre de la luz de un semáforo, otros lo hacen empacando lo que tal vez no tienen en casa: alimentos.
Sin embargo, los niños gomezpalatinos no son los únicos. El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), advierte que por lo menos 30 jóvenes-adultos y alrededor de 20 Marías, procedentes de Torreón, compiten ya por las calles de Gómez Palacio.
Antes de acudir a la Casa del Niño, Juan Manuel no sabía ni las letras, ahora hasta divide, multiplica y hace cualquier tipo de operación aritmética con facilidad.
En la actualidad, en la Casa del Niño, 130 menores en riesgo por su trabajo en la calle reciben educación y alimentación. También se les enseña algún oficio.
Juan Manuel Nerváez Duarte tiene 14 años y vive en la colonia Rubén Jaramillo. Nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela porque desde muy chico comenzó a trabajar en las calles de la ciudad para ayudar a su familia.
Desde hace varios meses acude sin falta a la Casa del Niño para aprender algunas cosas, está seguro que con la ayuda de los educadores podrá estudiar una carrera técnica, pero mientras tiene que trabajar como lavacoches.
La paga por lavar carros en el estacionamiento de un centro comercial es buena para Juan Manuel, por cada uno puede recibir hasta 30 pesos. ?Si le echo ganas en un día saco de 100 a 200 pesos?.
Lo malo, dice, es cuando llueve porque nadie quiere lavar sus carros. ?Cuando el tiempo está mal, nada más cuido los coches y me dan dinero por eso?.
A Juan Manuel muchas veces le han ofrecido droga, pero dice que prefiere que le digan miedoso a probarla: ?nunca me ha gustado eso, hay varios chavos que sí se compran cocaína, mariguana, me han ofrecido pero no pasa nada si dices que no?.
El dinero que gana lavando carros, dice, se lo gasta en comprarse ropa, el resto se lo da a su madre. Según Juan Manuel las cosas serían más fáciles en casa si por lo menos su hermano ayudara en algo.
?Se la pasa de mantenido, no estudia, no trabaja, no hace nada, tenemos muchos problemas de dinero en la casa?.
Por la flojera de su hermano mayor, Juan Manuel tiene que ?entrarle al quite? y ayudar a sus padres, pues el dinero hace falta.
Sergio no siempre dominó el oficio de albañil como ahora, antes trabajó como repartidor de comida de una fonda en la Central de Abastos. Dos veces lo atropellaron, por eso prefirió aprender a manejar la pala, la cuchara y mezclar el cemento con la arena.
Sergio Alberto Ornelas Rodríguez tiene 15 años y vive en la colonia Tierra Blanca, trabaja en la obra. Hace de todo: bardas, enjarres, adobón, en un fin de semana puede sacar 250 pesos.
Cuando Sergio gana algo de dinero, primero le da la mitad a su madre, el resto se lo gasta en lo que le hace falta. En la Casa del Niño recibe clases de secundaria, ?me siento muy a gusto, además la escuela y la comida es gratis, los profes son bien buena onda?.
Para Sergio no hay obstáculos, una vez que termine la secundaria le gustaría estudiar alguna carrera corta relacionada con la computación, ?si le echa uno ganas siempre va a haber futuro?.
Cuando Sergio trabajaba en Abastos muchas veces le ofrecieron droga: ?te presionan pero nunca me dejé, mientras uno no quiera les puedes decir que no y es no?.
Necesidad, no explotación
María de la Luz Flores Hernández, coordinadora del Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Riesgo (PAMAR), asegura que en Gómez Palacio no hay explotación infantil, pues quienes trabajan en las calles de la ciudad lo hacen por necesidad.
En la Casa del Niño se atienden 130 menores en riesgo, pero Flores Hernández aclara que convencer a los menores para que acudan a recibir algún tipo de ayuda, es un trabajo difícil, primero hay que ganarse su confianza en su propio espacio: los cruceros.
?Les hacemos saber que la prioridad es que estudien, algunos aceptan ingresar al programa, incluso los ayudamos para que terminen su primaria o secundaria, también hay clases de regularización para quienes sí van a la escuela y andan mal en algunas materias?.
En la Casa del Niño hay talleres como carpintería y tecnología doméstica. Se trata de capacitar a los menores, que aprendan el gusto por el trabajo, además dominar un oficio les ayudará a defenderse en el futuro.
La coordinadora de PAMAR, reconoce que las instalaciones son insuficientes y están en malas condiciones, sin embargo aclara que el Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF) se ocupa de buscar un lugar adecuado para ofrecerles a los menores apoyo de calidad.
El DIF pretende, dice, rentar una casa en el fraccionamiento Del Bosque para que los niños vean las diferencias entre sus casas, así se esforzarán en tener cosas mejores en base a estudio y mucho trabajo.
María de la Luz Flores Hernández señala que cerca de 30 niños se han negado a ingresar al programa o desertan porque prefieren estar en las calles pidiendo dinero.
Los oficios que dominan los menores en las calles son: venta de dulces, limpiaparabrisas, lavacoches, entre otros. ?Si trabajan es porque quieren ayudar a sus familias a solventar un poco los gastos porque es mínimo lo que ganan por turno, es decir, de las nueve de la mañana a las tres de la tarde, ganan 60 ó 70 pesos?.
Problema compartido
A decir de Flores Hernández el fenómeno de niños en la calle es nuevo en este municipio, además se ha incrementado de manera alarmante, pues debido a la represión del DIF-Torreón, tanto ?Marías?, como limpiaparabrisas y vendedores, han optado por trabajar en las arterias de Gómez Palacio.
?La gran mayoría de los jóvenes adultos que trabajan cerca de Abastos, son de Torreón, viven en la Polvorera, Primero de Mayo, Camilo Torres, los corrieron del centro de Torreón por el mal aspecto que dan a la ciudad y por eso se vinieron aquí?.
María de la Luz Flores Hernández señala que han tratado de convencerlos de que regresen a Torreón, pero se niegan: ?más que nada es por su aspecto, porque están en muy malas condiciones, todos tatuados, sucios y deterioran la imagen de Gómez Palacio?.
Para el DIF es difícil llevar un padrón exacto del trabajo infantil porque constantemente cambian de crucero.
Educar al niño de la calle, tarea difícil
Benito García Rentería es educador en la Casa del Niño, su trabajo consiste en ayudar a los menores en riesgo a terminar su primaria y secundaria, también los escucha y orienta en sus problemas familiares.
El educador explica que su trabajo es preventivo y el objetivo es persuadir al menor para que deserte de trabajar en la calle, además los maestros realizan visitas domiciliarias y hablan con los padres de familia para que entiendan el riesgo que representa para los niños trabajar en las arterias de la ciudad.
?Algunos se les convence ofreciéndoles una beca económica de 200 pesos mensuales, lo cual es algo mínimo pero en ocasiones funciona, aunque ellos ganan más en la calle, pero ahí no les dan la atención y el calor que nosotros tratamos de ofrecerles?.
A decir de Benito García a los menores sí les interesa estudiar, incluso hay quienes terminan la secundaria y entonces les ayudan buscándoles espacio en un bachillerato o preparatoria abierta, pues la intención es persuadirlos y motivarlos para que terminen la escuela.
?Muchos estudian por las noches y trabajan en el día, a nosotros nos sorprende las ganas que tienen por salir adelante?.
Benito define a los niños de la calle: ?son huraños, pero a su manera son demostrativos de afecto, son cálidos a pesar de su recelo característico del medio en que se desenvuelven o por el trato que han tenido, es difícil ganarse su confianza pero cuando sucede son muy agradecidos?.
Los niños de la calle, dice, no cuentan con el apoyo de sus padres, por lo general pertenecen a familias desintegradas por problemas de adicciones e incluso prostitución.
Para Benito lo conveniente para la sociedad es no marginar a los niños de la calle, pero sobre todo no darles una moneda sólo porque sí, pues eso garantiza su permanencia en los cruceros.
?Si los quieren ayudar, lo mejor es dar un donativo a instituciones como el DIF, ellos pueden hacer llegar el dinero de una manera directa?.
origen
Los menores que trabajan
en las calles viven en colonias marginadas. No se han
detectado infantes del medio rural. Entre las colonias de donde proceden están:
Nicolás Fernández
Felipe Ángeles
Independencia
Otilio Montaño
Santa Rosa
Rubén Jaramillo
Características
Comienzan a trabajar a los seis años de edad.
Pertenecen a familias desintegradas.
La mayoría de los padres no terminaron
ni la primaria.
A los niños atendidos en la Casa del Niño no se les han detectado adicciones.
FUENTE: DIF-Gómez Palacio
Inocencia callejera
Los albergues
Cuando los niños por alguna circunstancia no pueden
vivir con sus padres, el DIF los envía a los albergues.
Ahí permanecen de lunes a viernes para no quitarles
toda la responsabilidad a la familia de cuidarlos. Los
albergues son:
Francisco Zarco
Casa hogar San Agustín
Los trabajos
El DIF ha detectado que los principales trabajos
que realizan los menores en las calles son:
Limpiaparabrisas
Lavacoches
Vendedores de dulces
Mendicidad
Voceadores
En números...
408
menores trabajan
en los centros comerciales como
empacadores.
160
infantes realizan
diferentes
actividades en las calles.
30
niños, por lo menos, no han aceptado la ayuda del DIF.
30
limpiaparabrisas
de Torreón, en
promedio, han
sido detectados.
20
mujeres indígenas mendigan en las calles pero
viven en Torreón.
FUENTE: DIF-Gómez Palacio