Washington, (EFE).- En el automóvil es mejor no hablar de metafísica ni intentar calcular cuánto cuesta la gasolina, ya que las tareas mentales complejas distraen tanto como factores externos, según un estudio divulgado por investigadores españoles.
"Si se orienta la mente a temas demandantes, incluso en soledad, es posible que en un momento dado se cometa un despiste", dijo en una entrevista telefónica Luis Nunes González.
Nunes González es director del programa de investigación "Argos" de la Dirección General de Tráfico de España y uno de los autores del estudio, que fue publicado en la revista especializada "Journal of Experimental Psychology: Applied".
La investigación concluyó que las tareas mentales complicadas pueden reducir la capacidad del automovilista para percibir objetos en la carretera hasta en un 30 por ciento.
Esto explicaría frases muy frecuentes después de un accidente, como "lo vi muy tarde" o "no lo esperaba".
Nunes González y el otro autor del estudio, Miguel Angel Recarte Goldaracena, un psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid, eran conscientes de que factores externos pueden distraer a los automovilistas, pero lo que querían descubrir es en qué medida son importantes las distracciones internas.
"Es fácil entender cómo uno no ve porque no mira, pero es menos obvio explicar cómo uno mira pero no ve", dice el estudio.
Los participantes en la investigación fueron seis hombres y seis mujeres de una edad media de 23 años que manejaron durante cuatro horas en una autopista de las cercanías de la capital de España.
El automóvil estaba provisto de aparatos que permitían estudiar la mirada para descubrir señales de atención o distracción.
Los investigadores constataron que los automovilistas no se distraían cuando escuchaban una grabación con atención, como si fuese la radio, pero sí cuando tenían que contar con sus propias palabras lo que habían oído.
De la misma forma, calcular a cuántas pesetas -la antigua moneda española- equivalía una cantidad en euros y explicar de forma detallada lo que hicieron en un día específico en el pasado hacía que restasen atención a la carretera.
Estos resultados fueron los mismos si los automovilistas hablaban con alguien sentado junto a ellos o lo hacían a través de un teléfono móvil que contaba con marcado de voz y que no tenían que manipular con las manos.
Este descubrimiento llevó a los dos psicólogos a concluir que "las conversaciones complejas, tanto si son por teléfono como si son con un pasajero, son peligrosas para la seguridad en carretera".
"No consiste en decir, yo no hablo por teléfono y por eso estoy seguro", señaló Nunes González. "Más que una cuestión de tener libre una mano o no, es tener libre la cabeza".
Esto no quiere decir que haya algunos temas que deberían estar vedados en el automóvil, como las raíces cuadradas y el futuro de la humanidad, sino que lo que importa es la complejidad que el pensamiento representa para la persona.
Por ejemplo, acordarse de una escena de una película no exige esfuerzo para un individuo normal, pero para un director de cine no es un simple recuerdo, sino que incluye la creación de un espacio imaginario de iluminación y movimientos de cámara que compite en las neuronas con la atención al espacio real exterior.
Las conclusiones de este estudio se podrán aplicar en el diseño de señales de tráfico, sistemas de información en carretera y de velocímetros y otros elementos del panel de control del automóvil, que deberían ser simples no sólo de ver, sino también de entender y manejar, según Nunes González.
Y como consejo práctico para los automovilistas, el psicólogo recomienda conversaciones y pensamientos livianos tras el volante. "Si quieres romper con la novia sería mejor parar el automóvil", dijo.