Sólo el doce por ciento de los dueños de los perros informan a su veterinario sobre la presencia de los siguientes signos:
Desorientación: Parece perdido en lugares con los que está familiarizado, no reconoce a la familia o los lugares, disminuye su capacidad de alerta y camina sin rumbo fijo.
Interacciona menos: no saluda de forma efusiva a los miembros de la familia y no reclama atención ni caricias.
Alteración en el patrón de sueño: duerme más durante el día y/o menos durante la noche, asimismo, deambula por la casa durante la noche.
Pérdida de los hábitos higiénicos, no pide ir a la calle, tiene “accidentes” frecuentes en casa y pérdida del control de esfínteres.
El envejecimiento cerebral canino es un proceso que tiene lugar de una manera natural y cuya evolución es progresiva: además, este proceso afecta a todos los animales, no sólo al hombre.
El tejido cerebral de los perros como en el de los humanos, es vulnerable al alto contenido de lípidos (grasas) y a su elevada demanda de oxígeno. A medida que el cerebro envejece, el importante daño neuronal y la pérdida o la disminución de tejido cerebral se produce por el propio metabolismo del organismo, así como por los contaminantes ambientales y rayos ultravioletas.
El cerebro tiene una capacidad de reparación ilimitada y no puede generar neuronas nuevas para reponer las que están dañadas. Por ello, con el paso del tiempo el daño oxidativo producido por radicales libres de tóxicos lleva a la reducción de la función cerebral y puede manifestarse a través de cambios de comportamiento habitual, el 75% de los perros de más de siete años de edad, muestran cambios de comportamiento debidos al envejecimiento cerebral prematuro.
Los síntomas de envejecimiento cerebral, también llamado “Alzheimer canino”, pueden ser deficientes de diagnosticar durante una consulta rutinaria: éstos signos pueden ser poco perceptibles pero avanzan y, lamentablemente, a menudo son ignoradas o aceptados por los dueños de los perros como parte natural del proceso de envejecimiento.
Los signos son progresivos según se avanza en las diferentes etapas de la enfermedad. Aparecen de forma sutil y empeoran gradualmente, manifestándose cada vez con mayor claridad y constancias. El perro puede terminar no respondiendo cuando se requiere su atención o incluso no lograr reconocer a los miembros de la familia.
La enfermedad se puede prevenir y controlar a través del tratamiento de alimento que contiene una combinación de antioxidantes y cofactores nutricionales, incluyendo vitaminas E y C. Lecarnitina, ácido lipoico y ácidos grasos omega-3, que ayudan a combatir el envejecimiento cerebral canino y los cambios del comportamiento relacionados con la edad.
El diagnóstico precoz de su veterinario y en adecuado tratamiento nutricional, no sólo mejorará la calidad de vida del animal durante esta última etapa de su vida sino que proporcionará grandes satisfacciones a sus propietarios. (España, 2002).