El buen decir
En estos días, buscando en la televisión algún programa aceptable me topé con una película que vi en mi niñez: Cyrano de Bergerac, en blanco y negro actuada por José Ferrer. Ya para ese entonces había leído el libro, ampliamente recomendado por los maestros de Español, y recuerdo que la película me gustó mucho. Ahora la vi de nuevo y la disfruté más. En años pasados hubo una nueva versión con el magnífico actor francés Gérard Depardieu, además de que el autor también es francés, pero la anterior me pareció más auténtica y creíble, porque con los métodos actuales la versión moderna se sentía como una pintura restaurada con técnica, pero sin sentimiento.
Pero volviendo a la primera versión, me quedé pensando que realmente yo estaba muy chica cuando la vi y que en la actualidad los jóvenes aprecian sólo las películas que tienen “mucho ruido y pocas nueces”. Aparentemente esto no tendría importancia, pero con ese filme en particular aprendí algo que, desafortunadamente, ya no tiene ningún valor trascendente: conocer mejor el idioma español para usarlo apropiadamente.
Y esto viene a propósito de un programa televisivo actual de los llamados “reality shows” –no se usan palabras en español para describirlos- en el cual los participantes tienen un lenguaje de “carretonero” (con perdón de los carretoneros) como diríamos los abuelos. A pesar de que la mayoría de las personas o “actores” tienen estudios profesionales y son mayores de 25 años (hay algunos de más de 40), todos utilizan solamente groserías para comunicarse entre ellos, como si eso les diera una postura juvenil. Naturalmente que es un plan para atraer audiencia televisiva, pero de cualquier manera es un ejemplo pésimo para aquéllos que los ven, se la crean o no, porque ¿cuál sería el mensaje del programa? –Recuerden que toda comunicación debe llevar uno-: si te la pasas 24 horas del día sin hacer nada que te signifique un avance o un progreso, o que te proporcione un crecimiento personal, no importa, porque además de que te mantienen y te vuelves “famoso” –aunque sea en forma efímera-, hasta te puedes llevar un premio en efectivo; y mientras más incorrecto y vulgar te expreses mayores oportunidades tendrás de ganar.