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Pequeñas especies / ?El último parque?

M. V. Z. Francisco Núñez González

Cuando perdemos a una de nuestras mascotas, aparece la disyuntiva de qué hacer con ella. La incineración, el entierro en el jardín o en el campo, o un cementerio especial.

Aunque la costumbre de los cementerios aún no la tenemos arraigada aquí en México, a continuación mencionaré el protocolo de la muerte de una mascota en el viejo continente.

?El último parque?, enclavado en un desvío a la altura del kilómetro 30,400 de la carretera de Valencia, al pasar Arganda, hallamos ?El último parque?, un camposanto para animales domésticos. Abierto desde 1983, también ofrece el servicio de incineración, pero se realiza colectivamente con varios animales y no se ofrecen las cenizas individuales.

Situado en un pinar, el lugar inspira tranquilidad y sosiego y hay un apacible silencio, sólo perturbado por el canto de los pájaros. Perros y gatos son los animales que más aparecen, aunque también hay enterrados desde patos, a conejos, pasando por tortugas, loros y monos.

La necrópolis abre sus puertas a los visitantes durante los fines de semana y debido a su complicado acceso, el segundo domingo de cada mes un autobús sale de Madrid con destino al camposanto. Desde hace tres años, también se abre el Día de Todos los Santos, atendiendo a las peticiones de los dueños. Según el guarda, el perfil de los dueños que han enterrado allí a sus mascotas es el de matrimonios de mediana edad, aunque cada vez hay más gente joven. También nos indica que durante los entierros se producen momentos muy emotivos.

El precio de los servicios oscilan entre los 198 euros (el euro casi se encuentra a la par con el dólar) de una tumba normal en tierra, hasta los 1803 euros que cuesta una de honor, de mármol. El desembolso se hace en el momento de la sepultura, aunque no otorga la propiedad del sepulcro, y ofrece el desplazamiento desde Madrid al recinto del animal, aunque muchos dueños optan por llevarlo hasta allí ellos mismos. Las mascotas son enterradas envueltas en tela o en toallas, pero también hay cajas de madera, aunque suponen un gasto añadido. Anualmente se paga una cuota de 37 euros, con independencia de la tumba que haya elegido. Hay diferentes tamaños de sepulcros que influyen en el precio y varios modelos; las preferentes, de obra e individuales, tienen un precio de 600 euros, mientras que las alineadas, también de obra, están en torno de los 350 euros.

Bonitas y conmovedoras esquelas adornan las criptas de las mascotas, aderezadas con flores, figuras de animales, jarrones, retratos de los pequeños y juguetes de niños. ?Gracias por todos los momentos de alegría y por todos los ratones exterminados?. ?No sabías lo que te quería y si lo sabías, por qué dejaste de vivir?. ?Tú eras la que nos ponías el sol en un día nublado, pero ahora sin ti, no hay sol ni en un día de verano?. ?Cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro?.

En los últimos años se están empezando a traer velas, pero no se encienden por precaución, sobre todo en verano. Lo único que no se permite traer al cementerio son cruces o santos, ya que se pretende diferenciarlo de los tradicionales camposantos de humanos y aspira a ser un lugar para el recuerdo pagano. El único símbolo religioso que aparece son dos estatuas de San Francisco de Asís, emblema de ?El último parque?. Así, está abierto a todas las creencias y destacan una tumba gitana, ataviada con numerosos centros de flores, y una sepultura judía, con una particular ofrenda de piedras a los fallecidos gatos. Como curiosidad destaca un mausoleo en el que hay enterrados tres perros, pero se incluye la foto y el nombre de un cuarto animal del dueño, en espera de su muerte.

Pero sin duda, sobresale la tumba del gato ?Gordi?, pintada de un brillante azul y adornada con canicas, con una placa de cerámica con el retrato del animal. El sepulcro ha sido engalanado por la dueña durante muchos fines de semana.

Y es que el hombre parece resistirse a la pérdida de sus seres queridos y se refugia en el culto a la muerte, aunque debemos recordar, como recogía el epitafio de una de las tumbas, que ?no desaparece lo que muere, sólo lo que se olvida?.

peqesp@hotmail.com

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