Una de las razones del presente artículo es por el gran incremento de la población felina como mascotas, además lo hago con mucho gusto para una alumna que ama a los gatos, pues no hay lunes que no me reclame por darle preferencia al escribir sobre perros.
Es increíble la gran cantidad de gente que está adoptando a un gato como mascota, o bien, son más conscientes de los cuidados que deben tener hacia su gato en relación a su alimentación, vacunas y enfermedades, en comparación de diez años atrás. Incluso en la facultad de veterinaria donde realicé los estudios, los gatos pasaban desapercibidos en nuestras asignaturas de hace treinta años, afortunadamente los postgrados y cursos nos mantienen actualizados de todo lo que hay que saber sobre los increíbles mininos.
Son tan especiales, que quien sea dueño de una mascota felina sabrá a qué me refiero, incluso en los medicamentos tenemos que utilizarlos con mucha cautela, pues no es el mismo el que se administra a un perro que a un gato, así como sus enfermedades son diferentes, sus vacunas también. Los gatos son más independientes que los perros, más celosos y me atrevería a decir, rencorosos.
En ocasiones los clientes me preguntan por qué el cambio de comportamiento de su gato, muchas de las veces buscan llamar la atención, y esto sucede cuando salen de viaje o llevan trabajadores a la casa y esto cambia su rutina y por lo tanto su tranquilidad, y hacen cosas diferentes, como el orinarse en la cama, o arañar, cosas que nunca habían hecho, como diciendo, “me descuidaste, no lo vuelvas a hacer”. Naturalmente que cada animalito tiene su carácter, quien no ha tenido un gato probablemente los tenga catalogados como huraños, agresivos y hasta místicos, pero son como cualquier mascota con su dueño, cariñosos, tiernos, frágiles y educados.
Se llegan a querer tanto a los gatos que para muchas personas es su motivo de vivir, sobre todo en personas de la tercera edad, recuerdo a “Julieta” una gatita de raza Siamés, la adoración de sus dueños, sobre todo del señor de origen francés, jamás hubo día que dejaran pasar para la aplicación de una vacuna, con anticipación hacían su cita para la consulta, los cuidados los llevaron siempre al pie de la letra, desafortunadamente el tiempo no pasa sin dejar huella, envejeció “Julieta” y los problemas relacionados con la edad hicieron que su salud se debilitara hasta fallecer.
Para ese entonces los dueños de “Julieta” habían adoptado a “Micha” otra gatita Siamés, que originalmente era de un vecino, pero la mayor parte la pasaba con ellos, y continuaron con las visitas periódicas al veterinario, hasta que un día me extrañó que sólo asistió la señora, al preguntar por su esposo me dijo que se encontraba delicado, lo raro era que enfermó desde el fallecimiento de “Julieta”, no pasó mucho tiempo cuando por primera vez no acudieron a la cita debido a la gravedad del señor, me pidió de favor ir a su domicilio a vacunar a “Micha” y a “Mugett” otra gatita Siamés y nuevo miembro de la familia, acudí con gusto, el señor se encontraba recostado en la sala y al saludarlo, con su acento francés me sonrió y sentí que le dio gusto verme, dándome a entender que dejaba en mis manos la salud de sus mascotas y ésa fue la última vez que saludé a una gran persona que realmente amó y vivió para los gatos.