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Pequeñeces/Educación

Emilio Herrera

No sé si el pueblo tendrá ahora los diputados que se merece, porque, a fin de cuentas, los tuvo que elegir entre una selección de los partidos existentes y eso no da para mucho, pero, ojalá los triunfadores de ayer, de aquí a que tomen posesión de lo que ayer ganaron, no vayan a olvidar su compromiso con quienes les han regalado su silla curul, que aunque no sea de marfil, como fueron las de los antiguos ediles romanos, a lo mejor son más cómodas que aquéllas, según hacen sospechar las siestas en que, en ocasiones, cazan a algunos diputados las indiscretas cámaras de la televisión capitalina.

Bueno, afortunadamente ya pasó tan larga y tan costosa campaña. ¿Qué caso tuvo gastar tantos millones de pesos en esa tontería de acusarse, unos a otros, por todos los medios publicitarios, de los mismos pecados, que ya ni lo son, pues peores los cometió Carlos Salinas cuyo fortalecimiento político va viento en popa?

Afortunadamente el término de tantas ocupaciones para que un grupo de mexicanos se conviertan en “padres de la patria” deja libre a los políticos que se dedicaban a auparlos y ahora puedan ayudar a otros a hacer algo por nuestras escuelas que tan necesitadas están de que se aproveche la época de vacaciones para darles una manita, pues hay algunas que verdaderamente dan lástima por su deterioro y no les vendría mal una pintadita, una reparación de su mobiliario, y hasta de que lo doten de él a quienes no lo tienen.

No es lo mismo educarse en escuelas donde todos están a disgusto, incluso los profesores, que en una escuela, pobre si se quiere, pero limpia y alegre. Y esto tiene que ver con los señores que ayer llegaron a donde deseaban, pues su calidad de gestores de sus representados les obliga a preocuparse del problema educacional que representan estas escuelas olvidadas, frente a las que nuestros políticos pasan, según parece, con los ojos cerrados y los oídos sordos.

Desconocemos, como ya lo hemos visto en otra ocasión con el problema del estacionamiento del centro, el valor de la palabra ¡Ahora! y todo lo seguimos dejando para mañana, un mañana que cumple un año y otro y llega a sumar un tiempo increíble. Ya Vasconcelos a principio de la década de los veinte veía que “ . . . para el desarrollo de la educación se ve la necesidad inmediata de construir locales apropiados con todas las ventajas y acondicionamientos que requiere la época moderna, ya que los edificios que ofrecen en renta no las reúnen”. De aquel propósito han pasado ochenta años y, todavía, ¡en una ciudad como la nuestra existe al menos una escuela donde los alumnos se sientan en el suelo por carencia de bancas apropiadas!

En sus años presidenciales, del 40 al 46, Manuel Ávila Camacho le dio una batida al analfabetismo; al efecto se hicieron campañas: unos mexicanos enseñaron a leer y escribir a otros que no sabían, se cumplió con el mandato de amor al prójimo, pero, en nuestra ciudad al menos, hay niños que no tienen la oportunidad de ocurrir a ninguna escuela y crecen sin ninguna educación. Es tiempo de que nuestras autoridades, o alguno de los clubes que nos quedan y que, al parecer, no encuentran obras para hacer, piensen en ésta y se ocupen de ella. No se debe dejar pasar tanto tiempo sin que problemas como la educación y otros que existen, perduren. Y aquí hay gestiones para nuestros flamantes diputados.

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