Cuenta Vicente Blasco Ibáñez, el escritor español nacido en Valencia, muerto en 1928 y muy leído en toda la primera mitad del siglo XX, que cuando estuvo en México y conoció al general Álvaro Obregón a principio de la década de los veinte, cuando éste era ya presidente de la República, lo primero que éste le dijo fue, que seguramente ya le habían contado que él, Obregón, era algo ladrón. Por supuesto, Blasco Ibáñez, prefirió quedarse mudo a decir algo, así que Obregón siguió afirmando lo que había dicho, añadiendo, que sí, que lo era, pero que no solamente él, que todos los mexicanos lo éramos, pero que él era el menos, porque, como veía, sólo tenía una mano, y el latrocinio de sus compatriotas era a dos manos.
La cuestión es que esto que declaraba Obregón de buenas a primeras en los años veinte, años más tarde lo confirmaría Adolfo López Mateos a principio de los sesenta diciendo que cada uno de los mexicanos traía metida una mano en los bolsillos de otro, situación que no ha venido a menos con el transcurso del tiempo sino a más, pues no hay más que ver a diario los periódicos para percatarse de la cantidad de fraudes y raterías que cada día se cometen por todos lados, pueblos chicos y pueblos grandes y capitales en todo nuestro país.
Esa tan grande este problema que Manuel Camacho Solís, futuro diputado del PRD ya está preparando sus argumentos para ser el primero en desenterrar el Fobaproa en cuanto se inicie la próxima legislatura.
Lo malo en nuestro país es que todo eso se puede hacer y nunca nos faltarán campeones para iniciar una lucha así, lamentablemente, aún cuando ellas concluyan triunfando, si se mira hacia atrás sólo se ha castigado y eso por cuestiones políticas, más que por sus fraudes, a “La Quina” y al “Hermano Incómodo”.
Si sólo se luchara por lograr que quienes han hecho víctima de sus ladronerías al pueblo de México devolvieran los capitales sustraídos, o lo que de ellos les quedara, sin pago de intereses ni cosa por el estilo y en ello se tuviera éxito, podíamos estar seguros de que con ello México recuperaría la salud económica que ha perdido, a pesar de que el gobierno se emperre en decirnos que esto no es cierto, cuando el Seguro Social no puede proveer normalmente de medicinas como antes a los trabajadores y éstos no tienen el dinero para comprarlas dado los altos precios que las mismas tienen en el mercado, situación que dice todo lo contrario.
Será, pues, por esto, o por la falta de castigo, la cuestión es que hoy más que nunca la ladronería en nuestro país está en su apogeo y nunca como hoy habíamos visto tanta. Se roba por todos los medios: no sólo directamente, también por correo, por teléfono, mediante la clonización de las tarjetas de crédito, en fin, como es sabido el ingenio del mexicano es grande y aplicado al robo, en estos tiempos parece infinito.
Lo que debe ponerse a su nivel en las autoridades correspondientes es la energía para castigarlos y obligarlos a devolver lo que no es de ello y conservan, en perjuicio del pueblo de México.