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Pequeñeces / Villanías

Emilio Herrera

Alguien dejó dicho que ?No es posible vengar una villanía sino cometiendo otra?. La guerra de Iraq no es sino la venganza cumplida de aquel 11 de septiembre en el que se desplomaron entre el humo y el polvo las Torres Gemelas de Nueva York. El pueblo norteamericano que, de pronto se descubría tan vulnerable como cualquiera, pensamiento que jamás le había pasado por las mentes, se preguntaba sorprendido, por qué era atacado, sin encontrar una respuesta satisfactoria.

Sin embargo, había respuestas como la de que las armas que mataban árabes eran de fabricación estadounidense, independientemente de que su política en Oriente Medio no era la más acertada.

Por fortuna el pueblo norteamericano no estaba por la guerra, y no la reclamó; sensatamente optó por la paz. El recuerdo de Vietnam y de sus propios muertos le apoyó en su propósito, y así cuando los exaltados hablaron de un desquite inmediato, el público salió a la calle con cartulinas en las que se leía que, la guerra no era la contestación. Los políticos y los militares saben muy bien que a las guerras se va mejor con las cabezas y la sangre frías. Se piensan mejor las mentiras que hay que contar para convencer a otros y al público sobre su conveniencia, y se organiza mejor toda su estrategia. Así lo hizo Bush El Soberbio, y así de bien les ha salido. Habrán tenido o no que ver los iraquíes con las famosas Torres Gemelas, es lo de menos. Alguien tenía que pagar por ellas ?ojo por ojo, diente por diente?. ¡Y vaya si así las han cobrado!

Y no es que esté bien o mal lo que todo mundo ha visto, pero, ¿a qué mentir, a qué ocultar los verdaderos motivos que a Iraq les han llevado? ¿ A qué echar a volar la versión de que el objetivo de su invasión es el de liberar a Iraq de un dictador despiadado, arrebatando así a los iraquíes el orgullo de ser ellos mismos quienes se lo sacudieran, si oportunamente les hubieran facilitado lo necesario para hacerlo? Un día les echarán en cara el ser desagradecidos, pero, ¿qué agradecer a quienes para realizar sus verdaderos propósitos, que no era la aprehensión o muerte de Hussein, pues ya desaparecido, la guerra sigue, ha de matar a miles de iraquíes, entre ellos mujeres y niños, mutilando a muchos de éstos y, en fin, presentándolos como un pueblo de fracasados y resentidos?

Las bombas sobre Bagdad al parecer han cesado, pero los marines se encargan de seguir haciendo viudas y huérfanos obedeciendo a ciegas los fríos renglones de los reglamentos.

Y mientras el caos se apodera de Bagdad, las tropas invasoras comienzan a controlar las zonas petroleras, para asegurarse de cobrar oportunamente el costo de la invasión, aunque nadie les llamó para que fueran a hacer lo que han hecho, porque lo que en realidad querían era decir a todo el mundo, pasando por encima de los organismos internacionales, que a ellos sí, ?no se les debe tocar ni con el pétalo de una rosa?, a menos que se quiera pagar las consecuencias, a ciudad por edificio, y luego su reconstrucción con oro negro. Es decir que son capaces de vengar una villanía cometiendo otra, sin que ello les quite el sueño.

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