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Permanece impune el clandestinaje

Cristal Barrientos Torres

En el Ejido Ignacio Allende se vende alcohol y droga como si fueran refrescos

TORREÓN, COAH.- Una mañana de un domingo cualquiera: en el ejido Ignacio Allende, el alcohol y la droga se venden como si fueran refrescos. Los clandestinos y los “puchadores” tienen el apoyo de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM): las patrullas pasan, ven gente embriagándose y no hacen nada.

Durante un recorrido realizado por El Siglo de Torreón en el ejido Ignacio Allende, se observó a la patrulla número 35420 de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, recorrer varias calles. Los representantes de este medio de comunicación siguen a la unidad. La corrupción, una vez más, queda al descubierto.

La patrulla se detiene en una de las calles del ejido, segundos después sale una mujer y habla durante varios minutos con los policías. A dos metros de distancia, un grupo de señores se embriaga sin el menor temor de ser detenidos en un día de Ley seca.

La unidad se aleja y el grupo de señores continúa embriagándose. Tanto niños como jóvenes los ven, pero eso parece no importarles. Según los vecinos, este tipo de situaciones se observa todos los días y a cualquier hora.

Matilde Canela Hinojosa, gestora social del ejido Ignacio Allende, señala que la droga y el alcohol se venden como si fueran refrescos. La situación empeoró desde que desaparecieron los Comités de Seguridad Pública Municipales en los ejidos.

A decir de Matilde Canela Hinojosa, durante años ha denunciado esos problemas: “eso nunca se va a terminar esté la administración que esté, aquí las 24 horas del día hay clandestinaje, siempre lo he hecho notar y lo he expresado en los medios de comunicación y en oficios al Ayuntamiento, los documentos los he enviado a diferentes departamentos y a la Dirección de Seguridad Pública Municipal”.

Son pocos los lugares donde se vende cerveza, pero “batean todo el día, todo mundo puede comprar cerveza, niños o jóvenes”.

Entre semana, dice, la venta es tranquila, pero viernes, sábados y domingos, se incrementa de manera considerable. En consecuencia hay batallas campales entre los jóvenes y eso provoca problemas entre las familias.

Además, dice, la venta de todo tipo de droga está al por mayor. Asegura que es difícil para los vecinos llamarle la atención a los jóvenes, pues la mayoría de las personas de esta comunidad rural son familiares y eso traería problemas más graves.

“Desgraciadamente o afortunadamente, somos una comunidad familiar, por eso nadie se anima a denunciar o al menos en lo particular me tiento el corazón para demandar los casos más radicales que tenemos aquí”.

Lo malo, dice, es que los “puchadores” no se tientan el corazón para “envenenar” a los muchachos. Los jóvenes y adultos tienen dinero para comprar cerveza y alcohol porque en Ignacio Allende no hay problemas de desempleo, la mayoría cuenta con ingresos seguros.

“Gracias a Dios estamos cerca de la ciudad y todo mundo trabajamos, en ese aspecto no hemos sido muy afectados porque el desempleo no se ha convertido en otro problema, lo malo es en lo que se invierte el dinero”.

Empeora situación

Matilde Canela Hinojosa asegura que los problemas por la venta de alcohol y drogas, empeoraron cuando desaparecieron los Comités de Seguridad Pública Ejidales. “Antes de las elecciones los quitaron, no sé qué pasaría”.

Según la Dirección de Seguridad Pública Municipal, dice, los Comités desaparecieron porque conformarían unos nuevos, sin embargo a la fecha todavía no hay reuniones para restablecer ese tipo de comisiones.

El principal objetivo, dice, de los Comités de Seguridad Pública Ejidales, era frenar el consumo inmoderado de bebidas embriagantes en las comunidades rurales, además de denunciar la falta de vigilancia y otros problemas relacionados con la inseguridad.

“Pero en una palabra nos sacaron de la jugada, creo que sería bueno que se restablecieran, porque lo que sea de cada quien, la licenciada Lucero Calderón trabajó muy bien con los Comités, ella venía hasta con nosotros para preguntarnos qué problemas teníamos”.

Y añade: “hacíamos muchas reuniones, no digo que se nos resolvía todo, pero al menos nuestras quejas eran tomadas en cuenta por la Dirección de Seguridad Pública, había más vigilancia, hasta las patrullas se reportaban con nosotros, pero ahora ya no”.

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