Reportajes

PERSONAJES. Emilio Herrera Muñoz| Sencillez y sabiduría que engalana

Patricio de la Fuente González-Karg

“Si Dios no hubiese existido sería preciso crearlo”

Emilio Herrera citando a Voltaire

El Hombre

Sobre Don Emilio y su referente biográfico todos conocemos, por ello inútil perdernos en su obra. Llegamos a su morada, nos recibe impecable vestido de guayabera: refleja frescura, paz interior, sabiduría conferida gracias al tiempo. Sobre la prenda yucateca de lujo recordemos al sabio escritor y político Carlos Loret de Mola: solía aseverar que era tan elegante como cualquier esmoquin. Emilio Herrera la utiliza a diario, él, caballero de fina estampa.

***

Siglo: Le quiero preguntar qué le sigue representando Doña Elvira (su esposa) después de tantos años.

Acabamos de venir de un viaje que hicimos por Europa y una de las cosas que me impresionó en un momento dado es que todas las personas dentro del tour se pararon para decirnos estar encantados viendo a una pareja tan enamorada, es decir, divertida. Elvira sigue siendo mi novia.

Siglo: A usted lo definen como poeta, escritor, editorialista. ¿Si tuviera que escoger con cuál faceta se quedaría?

Me dicen todos lo que usted ha dicho pero yo no siento que soy nada de eso, sencillamente un día empecé a escribir. Éramos dos amigos que crecimos juntos, en el mismo barrio y hacíamos lo mismo pero en cierto momento él prefirió jugar tenis y de golpe fue conquistado por el deporte ese, entonces le encargaron traer las notas referentes al tema al Siglo de Torreón y al ver su nombre en una crónica deportiva me causó envidia y dije, si él puede ¡yo también lo tengo que hacer! Ahí fue cuando estuve pensando en publicar algo, y así redacto una notita muy breve y se la mando bajo sobre a Don Antonio de Juambelz con lo de siempre: ¿Usted considera que se pueda publicar?

El articulito se llamaba “EL DOLOR Y LA MUERTE” y lo sacó, bueno pues eso independientemente de darme mucho gusto a partir de ahí se me metió el gusanillo de escribir.

Siglo: Emilio Herrera tiene ochenta y ocho años pero honestamente no se le ven: su actitud es la de un joven ¿En qué radica el secreto?

Creo que nunca he pensado en el tiempo como años, he pensado en la vida como tiempo para disfrutar. Voy existiendo según se me va presentando. Yo tuve una enfermedad del corazón en determinado momento (de eso hace ya cuatro décadas) y salí de ello bien; tampoco hago dietas, ejercicio o cosas así para conservarme.

Siglo: ¿Usted ve la comida como un arte?

Y como un gusto. Realmente se convierte en arte para el cocinero.

Su entorno

Se desarrolla nuestra conversación en una biblioteca: todos los autores, libros y reminiscencia de un pasado glorioso. Retratos de personas queridas, olor a tinta fresca, lugar donde Emilio Herrera probablemente disfrute a la soledad, se inspire. Me impresiona la cantidad de esculturas de Don Quijote de la Mancha, especulo: al dueño y señor de la morada probablemente le atraiga el personaje de Cervantes pues sueña, lucha incansablemente, fabrica paraísos y quimeras, ser extraordinario.

Siglo: Le daré una serie de conceptos o palabras, respóndame con otros.

La Comarca Lagunera: Para los que residimos en ella, sobre todo los que conocimos a alguna parte de sus fundadores o sus sucesores, pues es sencillamente grandiosa. Todos aquellos hombres que hicieron lo que es esta ciudad eran seres muy especiales o cuando menos así lo parecían para mí. Gentes entregadas totalmente al trabajo, al sol en el verano o al frío en invierno.

Dios: Todos tenemos necesidad de Dios .

El sexo: El sexo tiene su temporada, (risas) y nada más…

El Siglo de Torreón: es para mí la vida. Yo tuve dos trabajos, fui comerciante. En el segundo (Liverpool) platicando alguna vez con Don Carlos -el dueño- le decía yo: no tiene chiste que usted quiera a su negocio, el chiste es que yo lo quiera tanto o más que usted porque no es mío. Si usted hace algo que no le gusta sencillamente no es feliz y se está vendiendo por unos pesos de más o de menos.

Odio: De eso no le puedo decir nada, nunca lo he sentido nunca en mi vida por nadie.

El Príncipe de Maquiavelo: Quizá sin él la historia sería otra, nada más.

La música: Lamentablemente en una ciudad como la nuestra no le dan (el Gobierno) la importancia ni la difusión que tiene. Hace muchos años yo estuve dando con otro amigo conciertos de música grabada e iba una cantidad de gente impresionante: de Gómez, de Lerdo y de los barrios aledaños a escuchar en la Alameda Zaragoza en tiempo de Don Braulio Fernández Aguirre.

Política: Buena cuando las gentes que se meten en ella son íntegras. Aquí tenemos uno inolvidable, Nazario Ortiz Garza, que hizo de Torreón lo que es hoy. Desgraciadamente no nos interesa meternos seriamente: no solamente votar, exigir y ser propositivo.

Un buen vino: ah (risas) difícilmente encuentra usted algo mejor es un gusto que casi siempre va acompañado de buenos amigos.

Siglo: Usted va a durar como otros doscientos años. ¿Cuál sería su epitafio?

No habría para qué, pero me llama la atención aquél que reza: “ Aquí estuvo un hombre que sabía rodearse de gente que sabía más que él”. Ese es un bonito epitafio.

Siglo: ¿Don Emilio Herrera llora?

No he tenido porque gracias a Dios pues en muchos aspectos he sido bendito, mi mujer y mis hijos han sido sanos. Mis hijos son felices en sus matrimonios.

Siempre fui bien portado, grandes cosas tampoco, mi vida ha sido muy normal, en cada edad he hecho lo que tenía que hacer y punto.

Siglo: ¿En qué lugar ha sentido la plenitud y la magia de existir?

En España, toda en particular.

Siglo: ¿A poco no voltea a mirar a las mujeres cuando anda por Madrid, especialmente aquellas que caminan por el barrio de Salamanca en verano, ataviadas con minifalda y esa sensualidad tan honda inherente en las ibéricas?

No lo necesito, aquí he visto por la Calzada Colón a una de las damas más bellas (extranjera) nunca una más hermosa. También otra en un elevador allá por Acapulco.

Don Emilio Herrera en frases…

“Me emborraché solamente una vez, no me gustó la sensación. Afortunadamente ya encontré la medida”.

“Todos estamos aquí para cumplir una misión: el destino siempre se cumple”.

“Fíjese qué irónica es la vida, yo creí que iba a ser agricultor”

Y sigue platicando de tantas cosas, de los comienzos del cine y la influencia que los vaqueros tuvieron en su persona, el amor a los viajes. Transcurre una hora, nadie se quiere mover de la silla. Me despido de él un poquito más sabio, le aprendí a vivir sin tantas complicaciones, a enfrentar los problemas con esa filosofía simple y llana. Ante todo, la lección más importante: la sencillez y humildad son y deben ser valores esenciales en la vida de los grandes hombres.

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