“Libertad es la posibilidad de decir que dos más dos es cuatro.” George Orwell
La cadena de televisión estadounidense NBC destituyó ayer a Peter Arnett. Quizá la noticia parezca poco relevante.¿Qué importancia puede tener el despido de un reportero en medio de la guerra en Iraq?
Pero ni Arnett es un reportero común y corriente ni las circunstancias de su despido las usuales. Se trata de uno de los periodistas más reconocidos del mundo. Sus transmisiones para la CNN desde Bagdad en 1991, durante la primera guerra del golfo Pérsico, se convirtieron en punto de referencia del trabajo periodístico en las actuales guerras televisadas. Bien puede decirse que el prestigio de CNN de la última docena de años se edificó en buena medida sobre el trabajo de Arnett.
Originario de Nueva Zelanda, Arnett fue corresponsal de la Associated Press (AP) en la guerra de Vietnam, donde su trabajo le ganó el Premio Pulitzer en 1966. Permaneció en Vietnam como reportero hasta la caída de Saigón en 1975 y más tarde continuó trabajando para la AP en situaciones de conflicto, como la toma de rehenes estadounidenses en Irán. Arnett pasó de la letra impresa a la pantalla en 1981 con su ingreso a CNN, una cadena de televisión que parecía entonces el loco sueño de un excéntrico empresario de Georgia, Ted Turner.
Para esa cadena Arnett cubrió la guerra de El Salvador y la hambruna de Etiopía. De 1986 a 1988 fue jefe de la oficina de CNN en Moscú. Después de un tiempo en Washington, pasó a Jerusalén a principios de 1990 y se trasladó a Bagdad poco antes del inicio de la guerra del Golfo. Arnett permaneció en Bagdad en 1991 cuando los demás reporteros “occidentales” abandonaron la ciudad o fueron expulsados por las autoridades iraquíes. Durante el conflicto sus dramáticos despachos en medio de los bombardeos se convirtieron en la imagen misma de la guerra para cientos de millones de personas en todo el mundo.
Algunos políticos y comentaristas nacionalistas estadounidenses cuestionaron severamente a Arnett por haber aceptado la censura iraquí. Él ha señalado que lo único que se le pedía era no revelar las posiciones de las tropas iraquíes (que es apenas una parte de lo que se exige a los reporteros que hoy acompañan a los ejércitos aliados en Iraq).
Otros afirmaron que era un instrumento de la propaganda iraquí porque ofrecía imágenes sobre las víctimas civiles de la guerra. Arnett, de hecho, condujo la única entrevista con Saddam Hussein para un medio extranjero durante el conflicto. Sin embargo, en general los periodistas consideraron el trabajo de Arnett como profesional y equilibrado. En marzo de 1997 Arnett realizó la primera entrevista televisada con Osama bin Laden para la CNN. Más tarde dejó esta cadena y se dedicó a trabajar como periodista libre para distintas empresas.
Fue así como llegó una vez más a Bagdad, en vísperas de la nueva guerra, contratado por National Geographic y por NBC. Se quedó ahí, aun después de que las autoridades iraquíes expulsaron a los reporteros de cadenas como la CNN y Fox News. NBC ha despedido a Arnett debido a que éste concedió una entrevista a la televisión iraquí en la que dijo que las tropas de la alianza habían “fracasado por la resistencia iraquí”.
A pesar de que Arnett ofreció “una disculpa al pueblo de los Estados Unidos por un error de juicio”, una funcionaria de la NBC, Allison Gollust, señaló ayer al explicar la destitución: “Fue un error que el señor Arnett le diera una entrevista a la televisión iraquí controlada por el gobierno, y fue incorrecto que discutiera sus observaciones personales y opiniones en esa entrevista.” Hasta el momento de escribir esta nota, National Geographic no ha dado a conocer ninguna acción de castigo en contra de Arnett.
Algunas empresas periodísticas tienen reglas que impiden a sus empleados o colaboradores dar entrevistas a otros medios de comunicación. La idea es que el periodista no debe ser el protagonista de las historias que cubre. Pero esa regla no existe en NBC, cuyos periodistas dan entrevistas con mucha frecuencia. Por otra parte, NBC no contrató a Arnett como un reportero común y corriente, sino por su fama pública.
Lo que inquieta es que la decisión de la NBC parece consecuencia de un intento de presentar sólo un lado de la historia de Iraq. Yo no sé si las apreciaciones de Arnett son acertadas o no, pero no me parece adecuado que una televisora que se precia de vivir en un país de libertades despida a un reportero simplemente por expresar su punto de vista.
¿A qué costo?
No hay duda de que Estados Unidos ganará finalmente la guerra de Iraq. La pregunta es a qué costo: tanto para el pueblo de Iraq como para el prestigio de Estados Unidos en el mundo.
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