Nadie discute que al abrirse nuestras fronteras a los productos agropecuarios de Estados Unidos y Canadá, se colocó en grave riesgo al agro mexicano, pues no hay forma de que los productores nacionales puedan competir en condiciones de igualdad con los de esos países, pero no por eso es válido que se le pida al presidente Vicente Fox algo que no está dentro de su competencia el conceder.
Mencionamos lo anterior porque no resulta procedente, por más de que sea explicable, que los miembros de organizaciones campesinas, como las que se aglutinan en el llamado: “El Campo No Aguanta Más”, le exijan al Ejecutivo federal señales inequívocas de que se renegociará al apartado agropecuario del Tratado de Libre Comercio, cuando ello no es posible ni desde el punto de vista jurídico, ni tampoco desde el político.
Es cierto que éstos y algunos otros signos más, hacen que se enciendan en el campo mexicano los focos rojos, pues implican la posibilidad de movilizaciones que amenacen la gobernabilidad del país, pero el Presidente no tiene base para denunciar el incumplimiento de un tratado que, como el TLC, fue suscrito hace ya diez años y aprobado por el Senado de la República, lo que lo convierte en ley de toda la Unión.
En tales condiciones el gobierno está obligado a cumplir con su clausulado pues los pactos internacionales se suscriben para cumplirlos y no para violarlos; de manera que la única vía que el régimen de Fox puede explorar es la de buscar alternativas para apoyar a los productores nacionales con el fin de tratar de equilibrar la condición de éstos respecto de los de E.U. y Canadá. Pero fuera de ahí se le está pidiendo al Presidente un imposible.