LONDRES, INGLATERRA.- El australiano Mark Philippoussis intentará hoy, en la final de los Campeonatos de Wimbledon, escribir el capítulo que le hace falta a una de esas historias de superación y emotividad que tanto enriquecen al deporte.
Philippussis, cuya carrera como tenista prácticamente se daba por concluida hace un par de años, se enfrentará al suizo Roger Federer, quien a su vez quiere el respeto que se merece, en el partido por el título masculino de los 117 Campeonatos de Wimbledon.
Hace dos años el turno correspondió y fue aprovechado por el croata Goran Ivanisevic, quien también con varias advertencias de que debía poner fin a su carrera por sus lesiones en un hombro, se coronó en “La Catedral” luego de, además, haber perdido tres finales en el All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Philippoussis, en su segunda final de Grand Slam tras perder la del Abierto de Estados Unidos en 1998, sufrió severas lesiones en la rodilla izquierda que a fines de 2001 lo tenían semiretirado, pero se levantó con un esfuerzo personal que sorprendió a sus médicos.
El nativo de Melbourne, a sus 26 años de edad y con el segundo servicio más potente del circuito profesional, sólo abajo del estadounidense Andy Roddick, ha sorprendido al llegar a la final como un no preclasificado, al igual que Ivanisevic en 2001, y todo después de dos operaciones y un largo tiempo en silla de ruedas.
Su sufrimiento ya ha sido recompensado, pero lo será aún más si se convierte en el tercer tenista en ganar como no sembrado los Campeonatos de Wimbledon, al igual que Goran Ivanisevic y el alemán Boris Becker, este último en 1985.
Pero si el australiano se merece la corona, Roger Federer también tiene argumentos, y no sólo tenísticos, para reclamarla, pues a pulso se ha ganado el quinto puesto en la clasificación mundial y, sin la publicidad de otros jugadores, ha sido de los más regulares en las temporadas recientes.
Federer, con cuatro títulos este año y cinco finales disputadas, buscará convertirse en el primer suizo en ganar un Grand Slam, otro ingrediente para esta final de Wimbledon que nadie se hubiera atrevido a imaginar.