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LEON, Gto.- La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) apeló a la buena voluntad de los diputados federales y “por el bien de México” los convocó a hacer “un esfuerzo extraordinario” para concretar una reforma fiscal que dé certidumbre al país y evite el retroceso, “porque nadie quiere un estallido social”.
El obispo José Guadalupe Martín Rábago, presidente de la CEM, aclaró que la Iglesia católica pugna por una reforma que genere las oportunidades de trabajo para los más necesitados, que los ayude a salir de la pobreza.
“Los obispos no estamos presentando la propuesta del presidente -Vicente- Fox”, dijo.
Y añadió que “la aspiración es lograr una reforma que permita la redistribución de la riqueza, de tal manera que podamos tener una nación más justa y equitativa”.
En rueda de prensa en la sacristía de catedral, luego de que en el periodo ordinario se sesiones los legisladores votaron en contra de la reforma hacendaria, Martín Rábago manifestó confianza de que antes de que concluya el año, presentarán un nuevo proyecto de ley que responda a los anhelos de justicia social.
Entonces, subrayó que se requiere una reforma sin partidismos ni protagonismos, encaminada a una mejor calidad de vida de los mexicanos, en especial de los más pobres, y que genere certidumbre.
“Nadie desea un estallido de violencia, nadie desea que volvamos a esos tiempos de principios del siglo XIX, de fracciones enfrentadas entre sí, que se supone quedaron superados. Esos hechos violentos fueron tan lamentables que no quisiéramos que se volvieran a repetir ahora, que son tiempos nuevos de una madurez democrática”, expresó.
El obispo retomó el documento que la CEM envió a los diputados y al Ejecutivo federal el miércoles pasado, denominado “la construcción de la nación mexicana es una tarea de todos”, en donde les pide que favorezcan los consensos por el bien del pueblo.
“Consideramos que deben dejar de lado los intereses de índole partidista y proponer a partir de puntos comunes, las iniciativas de reforma que se encaminen a la consecución del bienestar general de la población, favoreciendo las condiciones y la calidad de vida de todos, principalmente de los más pobres y desprotegidos”.
Y añadió: “Es el momento de deber asumirnos para lograr que frente a un mundo tan competitivo y en cierto sentido agresivo, podamos tener la capacidad de dar respuestas adecuadas a las exigencias del momento. No es posible que México se automargine”, concluyó.