07 octubre 2003
Pompeya, Italia, (EFE).- Juan Pablo II cumplió hoy uno de sus más anhelados deseos y que parecía difícil de realizar por su debilitado estado de salud: postrarse ante la Virgen del Rosario, en Pompeya, para pedirle la paz en el mundo, lo que logró y con creces, ya que se vio a un Papa con mejor aspecto y la voz fuerte.
"He querido que mi peregrinación a Pompeya sea una súplica por la paz", dijo el Pontífice, que subrayó que este tercer milenio ha comenzado "azotado por vientos de guerra y regado con sangre en muchas partes del mundo".
Con esta visita el Papa clausura el Año del Rosario, convocado por él en octubre de 2001 en el convencimiento de que este pío rezo -al que ha añadido cinco nuevos misterios, los de la luz- sirve para invocar la paz en el mundo y defender la familia.
A la vez, ha demostrado que seguirá viajando mientras Dios le de fuerzas. Hoy volvió a desafiar a su salud, cada día más deteriorada, y, sacando fuerzas de flaqueza, no dudó en acudir en helicóptero hasta Pompeya, a 237 kilómetros al sur de Roma.
Hacía un año que no viajaba en helicóptero debido a la imposibilidad de subir la escalerilla, ya que no camina. Subsanado ese inconveniente, gracias a un elevador especial, no dudó y hoy volvió a Pompeya, donde ya estuvo en 1979, un año después de ser elegido Papa.
En Pompeya se desplazó en un "papamóvil" descubierto, lo que le permitió un contacto más cercano con las más de 30.000 personas -entre ellas incluso presos de las cárceles de la cercana Nápoles- reunidas delante del atrio de la basílica, que le aclamaron y agradecieron su esfuerzo.
Juan Pablo II, al que se veía feliz, respondió con sonrisas y saludos con las manos. Teniendo a su derecha a la imagen de la Virgen del Rosario, Juan Pablo II le dio las gracias por haber podido cumplir su deseo y pidió a los presentes que rezarán por él.
Con voz fuerte introdujo el rezo del Rosario. Se rezaron los nuevos misterios de la luz, dedicando cada uno de ellos a los cinco continentes. Por cada continente se colocó una lámpara de aceite en un candelabro de cinco brazos situado delante de la imagen de la Virgen.
Se pidió para que Europa no pierda sus raíces cristianas y para que sus pueblos construyan la unidad dentro de la justicia y la solidaridad. De América se resaltó la predicación del Evangelio y se abogó para que consiga su camino de paz en la libertad verdadera y en la justicia social.
Cuando le tocó a Asia se pidió por Tierra Santa, "para que la tierra donde nació Jesús logre la ansiada paz", y para que las antiguas religiones y tradiciones "se abran a la tolerancia y a la estimación recíproca".
Se pidió para que Africa supere los conflictos y guerras que ensangrentan muchas naciones y para que alcance un auténtico progreso económico y social. Se rezó también para que el encuentro entre las tradiciones indígenas y el cristianismo ayude a los pueblos de Oceanía a un desarrollo estable y a una auténtica paz.
El Papa, por su parte, pidió, durante la homilía, por el mundo, cada vez con menos fe. "Hoy, como en los tiempos de la antigua Pompeya, es necesario anunciar Cristo a una sociedad que se va alejando de los valores cristianos y ha perdido incluso la memoria", afirmó con rotundidad el Papa.
Juan Pablo II agregó que teniendo como fondo la antigua Pompeya, la ciudad sepultada por una gran erupción del volcán Vesubio en el año 79 después de Cristo, la propuesta del Rosario adquiere el valor de una renovado relanzamiento del mensaje de Cristo en este tiempo cada vez más secularizado.
El Papa leyó todo el discurso, de medio centenar de líneas, saltándose sólo unas cuantas. Comenzó con voz fuerte, conforme avanzaba se le vio con problemas y tuvo que parar en varios momentos para tomar aire. Prosiguió con lentitud, pero con voz clara y acabó de nuevo con aspecto relajado.
La visita a Pompeya, su viaje número 143 por Italia en sus 25 años de papado, apenas duró cinco horas.
A primeras horas de la tarde regresó al Vaticano, donde le espera una apretada agenda para las próximas semanas, de la que resalta la misa que oficiará el día 16 para conmemorar los 25 años de pontificado (fue elegido Papa el 16 de octubre de 1978), la beatificación de la madre Teresa de Calcuta el día 19 y el consistorio para el nombramiento de 30 cardenales el día 21.