Reuters
BOGOTÁ, COLOMBIA.- El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, pidió ayer a Estados Unidos un despliegue militar en el Atlántico y el Pacífico, similar al que realiza en el Golfo Pérsico, para derrotar el narcotráfico que financia el conflicto interno y que constituye una seria “amenaza para la humanidad”.
“Yo he visto todo el despliegue de tropas norteamericanas en el Golfo Pérsico. Cuando resuelvan ese problema, que nos ayuden con un despliegue igual en el Atlántico y en el Pacífico para acabar el flujo de la droga”, dijo Uribe en entrevista.
“Los grupos violentos alimentados por la droga, en el largo plazo, van a ser más peligrosos que el actual gobierno de Iraq y son una amenaza mayor para la humanidad”, agregó el mandatario colombiano, un abogado de 50 años.
Colombia afronta un conflicto interno de casi cuatro décadas en el que guerrilleros izquierdistas y paramilitares de ultraderecha combaten entre sí y se enfrentan a las fuerzas de seguridad del Estado. La confrontación dejó 40.000 muertos sólo en los últimos diez años.
Sentado en un histórico salón del palacio presidencial, en el centro de Bogotá, y con la bandera de Colombia a su costado derecho, Uribe reiteró que la guerrilla y los escuadrones paramilitares se financian mayoritariamente del narcotráfico.
Este país sudamericano de más de 40 millones de habitantes es considerado por Estados Unidos, su principal socio comercial y aliado en la lucha antidrogas, como el primer productor mundial de cocaína, con 580 toneladas anuales, y uno de los principales abastecedores de heroína.
Washington ha entregado al gobierno de Bogotá unos 1.500 millones de dólares en equipo militar y entrenamiento para combatir el narcotráfico.
Pese a su petición, Uribe advirtió que no plantea una intervención militar en Colombia, sino una estrategia para cerrar las rutas del narcotráfico y golpear así las finanzas de los guerrilleros y de los paramilitares.
Este país con extensas zonas montañosas y selváticas tiene actualmente más de 100.000 hectáreas con cultivos de hoja de coca y de amapola, materia prima para la cocaína y heroína.
El presidente reveló que desde que asumió la presidencia en agosto, se han fumigado 60.000 hectáreas de cultivos ilícitos.
“Hay que derrotar la droga, el cuento es uno (...) vamos por ese camino sin dubitaciones, aquí no vamos a discutir el sexo de los ángeles mientras el país se incendia”, advirtió.
Uribe, quien impulsa una estrategia para recuperar amplias zonas del país en poder de la guerrilla y de los paramilitares aumentando el gasto militar y el número de soldados y policías, insistió en la necesidad de que Washington reanude la interceptación aérea y aumente la cooperación.
“Estados Unidos nos ha ayudado, pero el problema es tan grande que se necesita más ayuda”, afirmó.
Aunque es considerado una persona recia y es acusado por rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del más pequeño Ejército de Liberación Nacional (ELN) de impulsar el país a la guerra total, Uribe sostuvo que las puertas para el diálogo con estos grupos ilegales están abiertas.
Insistió en que los procesos de paz con esas guerrillas deben realizarse con la mediación de las Naciones Unidas para que tengan credibilidad.
También se refirió a la posible negociación de paz que impulsa su gobierno con los paramilitares y descartó cualquier posibilidad de vincular a sus combatientes al ejército si se desmovilizan y entregan las armas.
“Yo no vivo en lo imaginario ni construyendo novelas, vamos a ver qué pasa en los procesos (de negociación). Para mí lo importante es lo práctico y lo práctico es ahora quitarle al pueblo colombiano un factor de violencia y de narcotráfico”.
Estados Unidos solicitó a Bogotá en septiembre pasado la extradición por cargos de narcotráfico de Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, los dos líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la mayor organización paramilitar del país.
Uribe admitió que consultó con Washington los acercamientos de paz que se realizan. Las AUC, además de ser consideradas como uno de los mayores grupos que violan los derechos humanos, son acusadas de estar implicadas en actividades de narcotráfico.
Con una popularidad de más del 70 por ciento pese a que impulsó la aprobación de nuevos impuestos y reformas, el mandatario fue cauto y reconoció que se necesita tiempo y paciencia para solucionar los problemas de Colombia.
“El esfuerzo del gobierno será continuado; resultados milagrosos no se pueden obtener”, afirmó, al admitir que los ilegales grupos armados son poderosos y ricos por el narcotráfico.
Uribe sostuvo que su gobierno busca recuperar la seguridad, derrotar la corrupción y reactivar la economía generando empleo y atendiendo las necesidades básicas de los más pobres.
“Mejorar la patria colombiana es la razón de nuestro esfuerzo. Toda mañana, toda noche, le pido a Dios que nos ayude, que nos dé toda la energía, que no nos deje equivocar para que esta patria colombiana mejore en esos tres temas”, concluyó el primer mandatario, un practicante de yoga.