En la reunión que sostuvo el alcalde Guillermo Anaya con la cúpula empresarial de la región, se advierte la falta de un programa de gobierno por objetivos concretos sustentado en un calendario, que permita medir resultados. Es cierto que su administración tiene treinta y siete días y que aún enfrenta los efectos del proceso de entrega recepción sin embargo, el tiempo transcurrido es suficiente para exigir el planteamiento indicado.
En el evento se aprecia un vacío en el rubro de planeación, cuyo director no da muestras de proyectar con la visión que requiere el desarrollo urbano y económico del Municipio, ni de estar en aptitud de conjuntar los elementos para su ejecución. Es cierto que el vacío no es nada nuevo, pero la decisión expresada en las urnas marcó un rumbo que compromete al cambio, a lo que el nuevo Alcalde debe responder,
También es verdad que los retos inmediatos que plantea la prestación de los servicios públicos en todos los renglones, contribuyen a la dispersión de la atención y de los esfuerzos de la autoridad en turno. Sin embargo nada justifica la falta del plan mencionado y por el contrario, la magnitud y diversidad de la problemática obligan a utilizar la planeación como herramienta indispensable.
Es necesario que el plan referido se proponga a la brevedad y se sustente en la sociedad con un sentido de continuidad, que trascienda a los tres años de la presente administración. De la proyección visionaria de nuestro futuro como ciudad y región, depende que podamos asumir el crecimiento cuantitativo con criterios de calidad o que ocurra como hasta ahora, es decir, que el futuro nos alcance y sobrepase.