En las últimas fechas, las noticias sobre la educación superior de México han ocupado varias páginas de los periódicos y despertado polémica, que lleva a repensar el qué y para qué de la planificación educativa.
“Educación con sentido urgente”, ha sido una de las muchas frases pronunciadas por el presidente de la República Vicente Fox, quien afirmó que “en su administración se ha incrementado el financiamiento en la educación al representar el 27 por ciento del gasto programable” y no informa de la enorme diferencia, en nuestra contra desde luego, cuando nos comparamos en pesos y centavos con los países que tenemos convenios y relaciones comerciales.
Por su parte la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior), ha exigido una reforma educativa que atienda la problemática del desempleo de miles de egresados universitarios, asegurando que de no intervenir la SEP, en los próximos años habrá un promedio de 2 millones de egresados sin trabajo, con la inconformidad e inestabilidad social que pudiera ocasionar el problema.
Desde luego que la revisión de los programas de estudio en los diferentes niveles educativos (no sólo de licenciatura) debe ser un trabajo permanente, que tiene que atenderse cada día para evitar que se transforme en algo “urgente” como lo parece ahora; sin embargo, no es el único elemento que participa en el proceso de la ocupación de la fuerza profesional laboral de egresados universitarios de nuestro país, se incluyen otros factores como: los cuidados que se dan a los procesos de enseñanza, aprendizaje y generación de conocimiento; la capacidad y disposición de los profesores para que sean verdaderos facilitadores del desarrollo humano de los estudiantes y otros más, como las instalaciones y servicios anexos de las universidades y, muy particularmente, los estatutos, reglamentaciones y políticas de las mismas, donde (en la mayoría de ellas) los intereses sociales, políticos y sindicales influyen en forma negativa.
También existen otros factores a atender, que muchas de las veces no cuidamos, entre ellos: la generación de empleos por parte de los empleadores; los estímulos a la productividad, autoempleo y programas emprendedores, los que deben ser apoyados y estimulados por los diferentes niveles de Gobierno; también la preparación previa de los estudiantes para llegar a las universidades con bases firmes, que vayan más allá del simple conocimiento científico y técnico, que incluyan otros como la maduración integral de la persona, que les permita tener la actitud adecuada, no sólo para enfrentar sus estudios de pregrado (licenciatura), sino para tener una visión de superación personal (incluidos los estudios de posgrado y las actualizaciones profesionales) y el compromiso solidario hacia la sociedad, transformándose en seres promotores y generadores del verdadero cambio de México.
Ahí empiezan los problemas de las Universidades (para la mayoría), particularmente las del Estado, donde los compromisos contraídos a través del tiempo les ha llevado a vivir situaciones de zozobra académica y prácticamente la quiebra económica.
Pero no todas son malas noticias; también existen otras que entusiasman y son pequeñas luces de esperanza de que las cosas pueden cambiar en el futuro.
Vale la pena mencionar el trabajo que está haciendo Sedesol en apoyo a la propia SEP, que ha establecido ambiciosos programas para involucrar a los estudiantes universitarios en trabajos de solidaridad social, con una visión diferente a la del pasado, donde se estimula al que tiene logros de objetivos específicos y se le reconoce su esfuerzo y muchas veces hasta el sacrificio.
“Vamos por México” es el título del programa que soporta la citada Sedesol que tiene como propósito “estimular el esfuerzo de las instituciones educativas de nivel superior para que impulsen y realicen programas de servicio social comunitario que contribuyan significativamente al mejoramiento de las comunidades en microrregiones” según declaraciones de Josefina Vázquez Mota, secretaria de Desarrollo Social.
Es en este programa donde Gustavo J. Serrano, director general de Políticas Sociales, funcionario conocido por muchos laguneros al haber dejado años de vida y trabajo en la región, ha logrado involucrar a muchos jóvenes estudiantes en programas de apoyo y productividad a lo que ha llamado “microrregiones” (la de Viesca, Coahuila, es una de ellas y está incluida).
Así, los estudiantes universitarios aplican lo aprendido en las aulas haciendo trabajos prácticos que mejoran, al menos algo, las condiciones precarias de las zonas más desprotegidas de México y de ellos, los más sobresalientes, son reconocidos y premiados por el Gobierno Federal, siendo sus trabajos denominados “Proyectos exitosos”, publicándose formalmente.
El trabajo motivacional que con ello se realiza es aún más importante porque esos jóvenes, futuros profesionales del país “aprenden haciendo” y muy importantemente, comprometiéndose con la solidaridad social, que les permite darle un sentido útil y productivo al ejercicio profesional; es decir: aprenderán no solamente el qué y el cómo hacer las cosas, sino que también comprenden el para qué, pensando en términos sociales y filantrópicos, que es lo importante.
Y esta vez sí se están haciendo en serio las cosas; los jóvenes mexicanos tienen una nueva motivación para trabajar a favor de los más desprotegidos, quedándose con una experiencia que sin duda aplicarán como una forma de vida en el resto de su existencia; “recibiendo dando”, juego de palabras que define claramente un objetivo trascendente.
Sobre todo, es un nuevo método de motivar a los estudiantes en ese “cambio de actitud hacia la vida”, más allá de los viciados sistemas de antaño, en el que algunas instituciones de educación superior insisten con fórmulas para la enseñanza ya anacrónicas y desgastadas.
Esta es una noticia esperanzadora del campo educativo nacional, que he querido comentar en el Diálogo de hoy por considerarla importante.
Actividades como ésta deben ser promovidas entre los integrantes de la próxima generación de profesionales mexicanos, entre quienes saldrán, sin dudarlo, los nuevos líderes sociales, empresarios, profesionistas en ejercicio libre y hasta administradores públicos y entre éstos últimos, seguramente los nuevos gobernadores, presidentes municipales, secretarios de Estado y hasta primeros mandatarios.
Este es un buen sembrar para el futuro, no sólo en conocimientos sino en las conciencias, generando la esperanza de construir, de verdad, “un país maravilloso”. ¿no le parece así?
ydarwich@ual.mx