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Plaza pública/Movilización masiva

Miguel Ángel Granados Chapa

A partir de hoy, importantes agrupamientos sociales plantearán un desafío al Gobierno y al Congreso. En la ciudad de México y en otras de todo el país, expresarán su rechazo a iniciativas antiguas o recientes que, aseguran los dirigentes de la movilización, dañan al patrimonio de la nación y a la economía de los sectores empobrecidos.

Esta mañana llegarán a la capital federal ocho caravanas procedentes de sendas entidades de la República. Organizadas por la Promotora por la unidad nacional contra el neoliberalismo, serán recibidas en cuatro puntos de donde marcharán al monumento a la Revolución, y de allí a la Cámara de Diputados. Es un preámbulo a la manifestación del jueves próximo.

También lo será, mañana miércoles, la Convención nacional en defensa de la soberanía, y por el crecimiento, el empleo y el ingreso. Han llamado a este acto algunas organizaciones surgidas de coyunturas, como la propia Promotora que marchará hoy a San Lázaro, y otras de carácter permanente, dotadas de personería jurídica, como el Congreso Agrario Permanente y la Unión Nacional de Trabajadores.

La convención, que se reunirá en el local sindical de los trabajadores del IMSS, se propone emitir un Pronunciamiento conjunto, que no sólo se oponga a los planes gubernamentales sino que sea la base de “un proyecto de nación alternativo que sea capaz de fortalecer la soberanía nacional, y hacer realidad derechos como el empleo, la alimentación, la salud, la educación, la propiedad de la tierra, la vivienda y la democracia”.

Y el jueves se efectuará la movilización nacional, esperada como la mayor de este género de manifestaciones en la historia mexicana. Fue convocada el siete de noviembre, con el objetivo específico de oponerse a la reforma en materia eléctrica que promueve el Gobierno. Pero en los días siguientes sus banderas se multiplicaron, al conocerse los propósitos fiscales para el próximo año, así en el ámbito de los ingresos (la supresión de la tasa cero del IVA aplicable a medicamentos y comestibles) como el de los egresos (la desincorporación de una veintena de entidades públicas). Huelga decir que los sectores directa e indirectamente afectados, que se han expresado ya de diversos modos en prevención de esas medidas, engrosarán las filas de quienes marcharán pasado mañana hacia centros en que se ejerce el Gobierno.

La convocatoria inicial, expresada en un Manifiesto a la nación, buscó poner en claro el panorama energético: “México no tiene una crisis eléctrica”, sentenciaron contundentes sus firmantes, agrupaciones y personajes. “Mienten quienes afirman que es necesario privatizar a la CFE para garantizar el abasto energético y salvar de la quiebra al sector”, añadieron. Y puntualizaron: “Los costos de suministro están por debajo del promedio mundial y la cobertura, del 95 por ciento, es una de las más altas de los países en desarrollo. Son falsas las cuentas apocalípticas del Gobierno foxista: tenemos a la cuarta empresa eléctrica del mundo y a una de las más competitivas a nivel internacional. Con ella el abasto está garantizado más allá del 2009”.

No hubo todavía una respuesta organizada a ese y otros planteamientos de la convocatoria a la marcha del jueves próximo. La atención pública se posó en un ingrediente importante pero, en el contexto, secundario respecto de la movilización a que se llamaba. Participaron en el acto de convocar, dos antagonistas políticos, el candidato presidencial de 1988 Cuauhtémoc Cárdenas, y el organizador de las elecciones de entonces, Manuel Bartlett, a cuya conducción del proceso se atribuye el desenlace de aquellos comicios, el ascenso fraudulento de Carlos Salinas a la presidencia de la República. Quienes, en el otro extremo de la posición en que se hallan Cárdenas y Bartlett, insisten en la deposición de intereses subjetivos con tal de arribar a acuerdos beneficiosos para el país, denostaron al ex secretario de Gobernación y al fundador del PRD por su aparente incongruencia, por un pragmatismo que fracturó principios.

Es claro que ninguno de los dos dejó de ser lo que es por coincidir en este punto específico. Aunque no era materia de su competencia, Bartlett formaba parte del gabinete salinista cuando se aprobó la ley que permite ahora la inversión privada en la industria eléctrica. Él ha modificado sus posiciones hacia las que Cárdenas ha sostenido. Al aproximarse a su adversario el dirigente perredista dio una lección que puede aprovechar él mismo, que reprochó a su partido incluir entre sus candidaturas a quienes sirvieron a y con Salinas.

Con toda la importancia que tiene la participación de esos y otros personajes, que firmaron el manifiesto a la nación y convocaron a la marcha del jueves próximo, es mayor la de las organizaciones representadas en ese acto y las que posteriormente se unieron a su llamamiento. Las agrupaciones campesinas de diverso origen y color convergieron a partir de diciembre pasado en la búsqueda de un Acuerdo nacional para el campo a cuya firma condujeron al Gobierno. Están ahora mismo en posibilidad de exigirle su pleno cumplimiento. Si a ellas se agregan las fuerzas sindicales (que defienden sus intereses particulares, ciertamente) que también se manifestarán el jueves, tendremos en las calles una presencia que no será efímera, que no se reducirá a complicar el tránsito en la ciudad de México. Además de los partidos, junto con los partidos, aparecen en escena otros actores de los que no cabe esperar que hagan mutis.

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