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Plaza pública/Picoteado por los gallos...

Miguel Ángel Granados Chapa

El primero de enero se mostró en San Cristóbal de las Casas la lozanía de las comunidades zapatistas en Chiapas, no obstante las adversidades que enfrentan, y su capacidad de movilización. En cambio, el vocero principal del EZLN sufrió un traspié al participar en un lance internacional. Al contrario, quedó como reza el refrán, picoteado por los gallos y aborrecido por las gallinas.

En octubre, el subcomandante Marcos escribió una carta a uno de sus partidarios en España, misma que se conoció en México el 24 de noviembre. En ella el líder insurgente insultó al juez español Baltasar Garzón por sus decisiones contrarias a Herri Batasuna, el partido político vasco, con representación parlamentaria, al que el célebre fiscal considera extensión de ETA, la agrupación terrorista vasca. Y si bien el subcomandante atribuyó al juez “vocación fascista” por “negarle al pueblo vasco el derecho a luchar políticamente por una causa que es legítima”, su texto fue considerado como un gesto de adhesión a todas las formas de combate de los separatistas del País Vasco.

Ambos extremos, denostar a Garzón como si fuera lo contrario de lo que es (un firme defensor del derecho y la justicia) y aparecer solidario de formas de lucha que el EZLN se ha abstenido de practicar, hizo que cayera sobre el subcomandante un aluvión de críticas. Las lanzaron no sólo los habituales enemigos de su causa y de su estilo, sino también quienes requerían una oportunidad para deslindarse de la insurgencia zapatista, porque ya no es políticamente correcto apoyarla. Pero hubo igualmente quienes distinguieron entre la vigencia de los propósitos del zapatismo, y el desliz de su portavoz, que deploraron y censuraron.

Puesto que el propio Garzón, justamente indignado por el desconsiderado trato que mereció al subcomandante Marcos, le había respondido en forma también severa, y lo había desafiado a un diálogo sobre la democracia y la justicia, el dirigente guerrillero aprovechó la ocasión para corregir el error que había cometido. En una serie de cartas, dirigidas entre otros destinatarios al propio juez español y al mando etarra, subrayó sus convicciones contrarias al terrorismo que causa víctimas civiles. Enrostró a la organización terrorista una porción de su saldo rojo: “No son pocas las víctimas civiles que sus acciones han provocado”. Sin precisar de quién se trataba, aludió a que “entre ellas se cuentan personas que simpatizaban con nuestra causa”. Pero no provenía de ese agravio directo la proclama de Marcos. Al contrario, la formuló explícitamente de modo general: “Consideramos justa y legítima la lucha del pueblo vasco por su soberanía, pero esa noble causa, ni ninguna, justifica que se sacrifique la vida de civiles. No sólo no produce ganancia política alguna, y aunque la produjera, el costo humano es impagable. Condenamos las acciones militares que dañan a civiles. Y las condenamos por igual, provengan de ETA o del Estado español, de Al Qaeda o de George W. Bush, de israelíes y palestinos, o de cualquiera que, bajo nombres o siglas diferentes, aduciendo o no razones de estado, ideológicas y religiosas, cobre sus víctimas entre niños, mujeres, ancianos y hombres que nada tienen que ver con el asunto”.

No obstante ese meridiano deslinde y condena, Marcos se sintió en posibilidad de hacer un doble llamado a ETA. Por un lado, instó a la agrupación terrorista a decretar una tregua unilateral a partir del 24 de diciembre (la carta fue escrita el 7 de ese mes), con duración de casi seis meses (177 días exactamente). Y, por otra parte, a que ETA participara, en ese lapso, en un encuentro donde además de ocurrir el debate entre el subcomandante y Garzón (tal como propuso al juez), se diera “una oportunidad a la palabra”.

La idea de la tregua quedó anulada por los hechos. El 19 de diciembre la policía francesa descabezó a ETA, cuyo nuevo mando, aprehendido en Bayona, apenas se había hecho cargo del aparato militar dos meses atrás. Y aunque el jefe principal se fugó de las manos de sus captores 48 horas después, proclamar una suspensión unilateral del fuego hubiera sido, de haberla considerado viable ETA, más una señal de manifiesta debilidad que de concordia.

Pero en medio de sus vicisitudes, ETA ni siquiera se detuvo a considerar la propuesta del líder zapatista. Al contrario, la consideró agraviante. Acaba de conocerse la agria respuesta etarra, que acusa a Marcos de pretender sólo conseguir efectos propagandísticos, a través de una “maniobra desesperada para atraer la atención internacional, instrumentalizando para ello el eco de todo lo que tiene que ver con el conflicto vasco, especialmente en el Estado español”. En carta publicada ayer por La Jornada, ETA reprende a Marcos: “La manera pública, sin consulta previa, en la que usted ha realizado esta propuesta, refleja una profunda falta de respeto al pueblo vasco y a todos los que desde sus organizaciones estamos luchando de una u otra forma por la libertad”. Y en lo que constituye un rechazo a la iniciativa de un encuentro que podría derivar en “pantomima u opereta”, y una descalificación de la propuesta de Marcos, el mando etarra le espetó: “No renunciamos a emprender y acompañar nuevas iniciativas en el futuro. Nuestra voluntad por una resolución justa y global del conflicto está intacta. Pero han de ser propuestas serias, basadas en amplios consensos y apoyos legitimados socialmente”, no para ganar “las portadas de los periódicos internacionales”.

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