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Plaza pública/Votantes católicas

Miguel Ángel Granados Chapa

Más de la mitad de las personas inscritas en el padrón electoral y que pudieron haber votado ayer, son mujeres. De un total de 64 millones 711 mil 717 ciudadanos incluidos en la lista nominal con fotografía, el 51.8 por ciento, es decir 33 millones 811 mil 025 pertenecen al género femenino. Por eso y por la filiación católica de la inmensa mayoría de ellas, no fue sorprendente que anteayer, en víspera de los comicios, dos agrupaciones católicas femeninas se manifestaran en torno a la elección, ya que el voto de las mujeres católicas fue determinante de los resultados que mañana empezaremos a examinar. Son organizaciones muy diferentes y aun opuestas en temas de gran delicadeza ética, que apenas de refilón se recogen en sus pronunciamientos.

Para citarlas en orden de aparición, mencionemos primero a la Ancifem, que ha tenido concordancias políticas con el Partido Acción Nacional, al que ha aportado relevantes dirigentes. Si bien la Asociación Nacional Cívica Femenina hace notar desde el título de su proclama su intención sectorial (¡Las mujeres cambiaremos a México!) comienza subrayando el valor del voto en general: “El tiempo de los partidos terminó. Su trabajo está hecho. Ahora todo depende de nosotros. La elección es nuestra. Y aunque las campañas hayan dejado muy poco más que basura en las calles; aunque los candidatos no reúnan lo que a nuestro juicio debiera tener un buen servidor público; aunque la descalificación haya tomado el lugar de la propuesta, vale la pena votar. “Vale la pena porque con nuestro voto sancionaremos las propuestas, los mensajes y la conducta de los partidos y candidatos. Porque sólo si votamos hoy podemos exigir después; porque con nuestro voto elegiremos a los hombres y las mujeres que promuevan las condiciones que propicien nuestro desarrollo y bienestar. Porque no podemos permitirnos que nos quede grande la transición; porque con nuestro voto definiremos el rumbo que deseamos que tome nuestro país”.

Por eso, “a ti, mujer, que conoces mejor que nadie las necesidades y carencias de nuestro pueblo. Que sabes del valor del trabajo y la perseverancia. Que sueñas por un futuro mejor para tu familia, para tu ciudad, para tu país. Que eres generosa y no pierdes la fe, Ancifem te invita a ejercer tu capacidad de influir, de convencer y de luchar; a defender el voto que conquistamos hace 50 años; a hacer surgir la reserva moral que aun en medio de la decepción y de la indiferencia existe en el mexicano y que lo capacita para realizar siempre un esfuerzo más si la causa es noble. Por esto y porque somos más, el voto femenino es el que define.” Fue de otra naturaleza el llamamiento de Católicas por el derecho a decidir (CDD), dirigido a “las mujeres y hombres de nuestra comunidad eclesial”. El origen de esta agrupación la relaciona más a menudo con temas sociales como la concepción voluntaria y el derecho de las mujeres sobre su propio cuerpo. Pero en vísperas electorales su planteamiento concierne a la libertad política de los miembros de la Iglesia católica y al papel que corresponde a la orientación de la autoridad eclesiástica en una sociedad crecientemente secularizada.

En el tercero de los seis puntos de que consta su exposición, CDD recuerda que “de acuerdo a la legislación interna de nuestra Iglesia, el Código de derecho canónico, el clero no puede pertenecer a ningún partido político (canon 287, No. 2). Tampoco es legítimo que haga proselitismo por ningún candidato o partido y que ejerza presión religiosa o moral sobre los feligreses en contra de algún partido o candidato. Si las autoridades eclesiales estuvieran comprometidas partidariamente, afectarían la unidad de nuestra Iglesia, negarían la pluralidad del Espíritu de Dios que habita en cada particularidad y experiencia humana y provocarían graves conflictos internos porque las católicas y los católicos somos simpatizantes de diversas opciones políticas. El respeto al derecho ajeno garantiza la paz social y eclesial; toda libertad tiene el límite del respeto a los derechos de terceros, tenemos como responsabilidad ética respetar la libertad moral y política de cada persona”.

A diferencia de Ancifem, que no llamó a votar por un partido, ni siquiera mediante alusiones, confiando acaso en que a su mensaje subyaciera su identificación panista, CDD entró de lleno a uno de los temas de la campaña electoral, con lo que tomó partido (o partidos). Definió que quienes “promueven en sus plataformas una mayor comprensión legislativa del dilema ético del aborto y una mayor comprensión y respeto de las personas que tienen opciones sexuales diversas, no son nuestros enemigos. Quienes piensan diferente a la jerarquía más conservadora de nuestra Iglesia, no son nuestros adversarios; tienen derecho a disentir y a ejercer su libertad de conciencia de manera informada y responsable...”.

Católicas por el derecho a decidir concluyó el sábado con un llamado al voto: “Frente a las transformaciones culturales, la transición democrática, la lucha por el carácter laico del Estado, la secularización creciente de la sociedad y las rebeliones silenciosas de nuestra comunidad eclesial, es urgente debatir abierta y fraternalmente en nuestra Iglesia para ubicarnos...

“Ante la importancia de estas elecciones, invitamos a nuestra comunidad católica a emitir un voto libre, informado y responsable por el partido o los partidos que considere conveniente, teniendo presente que nuestro voto es libre y secreto”.

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