Los políticos sólo van cuando necesitan el voto, pero nadie se preocupa de que carecen de los servicios básicos
CD. LERDO, DGO.- En la colonia San Juanito de este municipio, el polvo y la pobreza se respiran apenas se pone un pie en su suelo. Sus habitantes viven entre el escombro de algunas marmoleras. Hace algunos meses todavía, maquiladoras de pantalones de mezclilla fueron denunciadas por los propios colonos, ya que utilizaban este lugar como destino de sus azules desechos.
Para llegar a este lugar, si se parte de Torreón, es recomendable tomar el Libramiento Periférico; al llegar al crucero con la prolongación Allende, virar a la derecha como si se fuera rumbo al panteón municipal; en el canal, dar vuelta a la izquierda para coger un camino de terracería que pasa por detrás del Club Las Huertas hasta topar con las primeras casas. Ahí vive Francisco Flores, de aproximadamente 50 años, uno de los fundadores de esta abandonada colonia, cuyos terrenos antes pertenecían al Ejido Lerdo. “Yo fui de los primeros en llegar, hace como 20 años, puse mi carpita de cartón y hule en este lugar”.
Hoy su casa presenta un aspecto distinto. Un azul muy gastado le da color a su fachada, los materiales con los que está hecha son diversos. “Yo he construido esto solo, sin ayuda de nadie; ni el Presidente ni ningún otro de ésos me ha apoyado”, exclama muy molesto.
Una de las primeras necesidades que se observan al llegar a San Juanito es el pavimento. “Para qué queremos pavimento si no tenemos carro”, dice Francisco y continúa: “deberían ponernos primero los servicios que sí usamos en la casa”.
Alrededor de 30 familias más viven en condiciones similares a las de la familia Flores. En algunos sectores falta alumbrado público. No todas las casas tienen agua potable; algunos, como el propio Francisco, tienen que conectar una manguera a una toma que está fuera de sus predios. “Tuve que vender mis marranos para poder conectarme al agua”, confiesa un poco triste.
En relación al escombro de mármol que se encuentra en un pozo grande frente a su casa, explica que “hace como un año venían unos camiones de maquilas a tirar unas ‘garras’, luego vinieron los de las marmoleras”. Los primeros ya han cesado de arrojar desechos, los segundos no. “Sí, el año pasado se hizo un incendio porque prendieron las ‘garras’, tuvieron que venir los bomberos pa’ apagarlo”, dice Francisco, quien tiene el oficio de pajarero y gana alrededor de mil pesos a la quincena, “sí me va bien”.
Hace año y medio llegaron nuevos vecinos y formaron lo que ahora se conoce como la ampliación San Juanito. Apenas unas cuantas casas conforman este sector. Entre ellas está la de Alicia Cardona Pérez, quien vive con sus hijos y nietos, además de su esposo, el cual padece de cirrosis. “Nosotros somos pepenadores y uno de mis hijos es barrendero... ahí con eso sacamos para sobrevivir”.
Cardona Pérez dice que se vinieron de Chihuahua para quedarse a vivir con su suegro, quien falleció poco después de su arribo. El terreno que actualmente habitan lo compraron “pero no sabemos si todavía debemos porque el que nos lo vendió ya se murió y no nos dio las escrituras ni nada, a lo mejor lo vamos a tener que volver a pagar”.
De todos los habitantes de San Juanito, éstos son los que más sufren de carencias en todo. Les hace falta luz, drenaje, agua potable. Además, requieren medicamentos y materiales de construcción. Sus casas apenas si pueden sostenerse: son de hule, cartón, lámina y algo de adobe.
A pesar de todo, los colonos de San Juanito y su ampliación están organizados. Tienen un Presidente, un Secretario y un Tesorero. Ellos se encargan de representar a los demás pobladores cuando van a gestionar con las autoridades. No obstante, los políticos “nomás vienen cuando van a pedir el voto”, dice Francisco Flores.
Alicia Cardona, por su parte, señala que la última vez que fueron “no se acercaron con nosotros”.
La presidenta de colonos es Susana Cabrales, quien manifestó su preocupación por el alto índice de drogadicción que existe entre los jóvenes e, incluso, niños menores de diez años. A pesar de esto, Cabrales señala que “los muchachos son tranquilos”.
Y en relación a esto, también opina Francisco: “Está lleno de ‘drogos’, pero ya no hay tantas broncas... antes sí”. Incluso, él mismo fue víctima de una, lo cual ocasionó que se fracturara las costillas y se viera impedido de seguir trabajando en la obra.
En esta colonia de vendedores, yeseros, empleados del Municipio y albañiles, las consecuencias de la miseria y el abandono construyen la historia diaria de sus habitantes.
Los olvidados
La pobreza de los habitantes de San Juanito se manifiesta en:
- El deficiente o nulo acceso a servicios básicos.
- Sus accesos y calles agrestes.
- La drogadicción de sus jóvenes y niños.
- La falta de atención médica.
- Sus casas inseguras y poco confortables.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón