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Política en la capital/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Hoy se efectúa un foro sindical en la ciudad de México que tras la apariencia de una exposición académica en realidad es la constitución de un frente político opuesto al gobierno capitalino y, más específicamente, a Andrés Manuel López Obrador. Dada la velocidad con que crece el asentimiento público en torno del gobernante del DF, y su consolidación aun en círculos habitualmente adversos al estilo de política que ejerce el político tabasqueño, se han multiplicado las iniciativas tendientes a frenarlo mediante la presentación de exigencias perentorias.

El Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUGTDF) ha librado varios lances contra la autoridad capitalina, en defensa de gajes y prácticas de que sus dirigentes sacaban provecho. Es una organización priIsta, nacida más que para representar al personal público del antiguo Departamento del Distrito Federal, para encauzarlo en su pertenencia al PRI. Y a cambio sus líderes recibían prebendas políticas y económicas. La declinación priista en la capital, y la sustitución de ese partido por el PRD en el gobierno, han modificado radicalmente la posición del SUGTDF, que hoy inicia una nueva manera de enfrentar no laboralmente —porque en ese terreno no tiene queja sustantiva, después del incremento salarial superior a cualquiera otro en el país— sino políticamente a la autoridad del DF, en vísperas de una elección que únicamente subrayará la marginación priista en la capital.

El sindicato de los burócratas capitalinos citó para hoy a un foro titulado “Sindicalismo, retos y desafíos en el nuevo milenio: por un sindicalismo moderno y de servicios”. La conferencia magistral será dictada por el doctor Edgar Jiménez Cabrera, un muy calificado catedrático de la Universidad Iberoamericana, a cuya exposición seguirán las ponencias de cuatro agrupaciones sindicales, que constituyen la médula del acto de hoy, consistente en la creación de un frente político comandado por la omnipresente profesora Elba Ester Gordillo, que sin duda ha calibrado la importancia de frenar el deterioro del PRI en la ciudad de México y emprende por su cuenta el correctivo que juzga necesario.

Además del sindicato convocante, participan en este foro el sindicato del Metro, más pugnaz aun que los anfitriones en la resistencia al cambio en las relaciones laborales y políticas con sus empleadores. Y completan el cuadro de asistentes el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el de los trabajadores del ISSSTE. Es una verdad sabida que el director de este instituto, Benjamín González Roaro, amén de sus méritos propios, desempeña esa tarea en vista de su adscripción al liderazgo de la profesora Gordillo. Conforme a los estilos de antaño, el sindicato de la institución que dirige ha renovado su dirección en sintonía, digámoslo así, con el patrón, por lo que puede afirmarse que las dos agrupaciones de carácter nacional presentes en el foro de hoy —que por lo demás se reúne en un local del SNTE, la Biblioteca Nacional de Educación— corresponden a los intereses de la secretaria general del PRI, resuelta a apoyar a los sindicatos capitalinos que hasta ahora han sido incapaces de plantarle cara al gobierno de la ciudad.

Veremos pronto, en consecuencia, que los paros y los reclamos de los empleados del gobierno y del Metro, derrotados por su falta de sustancia, por el desprestigio de los dirigentes y por su ineptitud política de fondo —pues la que ejercen sólo basta, como en el caso de Fernando Espino Arévalo, para defender sus intereses personales más inmediatos— se verán fortalecidos con la estrategia y los recursos de los sindicatos gordillistas, unión que por lo pronto buscará la recuperación priista en la ciudad de México.

El gobierno capitalino enfrentará en posición precaria esa pretensión. El Instituto Electoral del Distrito Federal asestó el domingo un rudo palmetazo al Partido de la Revolución Democrática, cuyas últimas consecuencias están todavía por verse pero que redundarán en perjuicio del partido que gobierna a la ciudad y, por ende, de su titular. López Obrador ha marchado adelante en sus proyectos administrativos y políticos porque ha podido superar los obstáculos que significa la oposición, especialmente en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Pero, de igual modo que conviene al presidente Fox contar con un nuevo equilibrio de fuerzas en la Cámara de Diputados —si se pudiera una mayoría panista qué mejor—, al jefe del gobierno capitalino favorecería contar con mayor apoyo legislativo. La conducta de su partido, y la decisión del órgano electoral de anular su elección de candidatos milita en contra del interés de López Obrador, pues el demérito de la imagen de su partido mermará el apoyo político que él personalmente ha ganado.

Por si fuera poco, una decisión judicial del más alto nivel obliga al jefe del gobierno a corregir una decisión con que había buscado defenderse de la Asamblea Legislativa. Ésta manejó dinero virtual en las modificaciones con que adulteró el presupuesto presentado por López Obrador. Ya que los supuestos de que partieron los legisladores, a sabiendas, no se cumplieron ni podían cumplirse, no se reunieron todos los recursos repartibles en las delegaciones. Por lo tanto, López Obrador resolvió no repartir lo que no había. Pero el delegado panista en Miguel Hidalgo ganó la primera fase de una controversia, por cuyo efecto la administración central deberá entregar lo que no tiene.

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