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Miami, Florida.- El “desacuerdo” entre México y Estados Unidos respecto al ataque militar en Iraq, tendrá consecuencias en el Congreso estadounidense para la agenda de temas de interés mexicano, señaló el embajador estadounidense en México, Tony Garza.
“Este desacuerdo hará que las cosas no pasen tan pronto como México hubiera querido en los temas importantes ante el Congreso”, advirtió Garza, según publicaciones de ayer del servicio de noticias estadounidense Knight Ridder.
“Hay una percepción -en el Congreso- de que México no es el gran apoyo como podría serlo”, señaló Garza en una conversación con periodistas el jueves en México a la que asistió Ridder, que publica el periódico The Miami Herald, entre otros.
Garza no especificó los temas en los que habría demora, pero según Ridder, incluye migración, agua, narcotráfico, y acuerdos de energía a través de la frontera.
El diplomático asignado a México desde noviembre pasado, dijo que mientras “en general” la relación con Washington se mantiene bien, México tendrá que recuperar apoyo en el Congreso “miembro por miembro”. En el debate sobre Iraq, México abogó por una posición multilateral en el Consejo de Seguridad, en torno a la segunda resolución impulsada por Washington en busca de una autorización de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el uso de la fuerza.
Al final, ante la insuficiencia del apoyo para pasar la resolución y en medio de una amenaza de veto de Francia y Rusia, Estados Unidos y sus aliados decidieron no someterla a votación final.
Garza elogió al gobierno del presidente mexicano Vicente Fox y la ayuda de México en el combate al terrorismo y en sus acciones de resguardar la frontera común con Estados Unidos y la franja fronteriza con Guatemala, en el sur mexicano.
El diplomático admitió sentirse “nostálgico”, según Ridder, porque apenas en febrero pasado un 50 por ciento de los mexicanos tenían una buena imagen de Estados Unidos.
y ahora con las imágenes de la guerra sólo es un cuarto.
Según Ridder, Garza, cuyos abuelos mexicanos cruzaron a Estados Unidos en 1910, habló en la conversación con el candor texano y no con el cuidado de un diplomático que en forma inesperada ha iniciado su carrera con un “bautizo de fuego”.