Washington, (EFE).- Una donación de 17,5 millones de dólares ha puesto en marcha el proyecto para la construcción del Telescopio de Treinta Metros, que tendrá un ojo de espejos diez veces mayor que los observatorios más grandes que hay hasta ahora en el mundo.
La donación de la Fundación Gordon y Betty Moore inició una inversión que se calcula en 700 millones de dólares para la instalación en México, Chile o Hawai, hacia 2012, de un instrumento que permitirá conocer con más detalle estrellas y galaxias muy lejanas.
"La construcción y operación de un telescopio de este tamaño será una tarea enorme que requerirá un gran esfuerzo de colaboración", dijo Richard Ellis, director de los observatorios telescópicos en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) que se ha asociado con la Universidad de California y otras instituciones para el proyecto.
El mayor telescopio óptico del mundo con un solo espejo es el Hobby Eberly de 11 metros de diámetro, instalado en el observatorio de Mount Fowlkes, en Texas, EEUU.
Sin embargo, resultan ser más potentes los dos telescopios gemelos del observatorio Keck, en Hawai, que, aunque tienen espejos con diámetros de 10 metros, pueden funcionar en tándem en lo que se llama un interferómetro.
La imagen obtenida es casi tan buena como si se hubiese hecho con un espejo tan ancho como toda la distancia que hay entre los bordes exteriores de los dos espejos de los telescopios, que en este caso es de 85 metros.
También en la observación del espacio profundo Estados Unidos y Europa compiten por lo más grande, lo más preciso, lo más avanzado.
En Europa opera un telescopio que incluye cuatro unidades de espejo, cada una de 8,2 metros de diámetro que pueden operarse coordinadamente, de manera que obtienen imágenes que combinadas equivalen a las de un telescopio de 200 metros de ancho.
Los europeos asimismo anunciaron en diciembre pasado sus planes para la construcción de un "telescopio extremadamente grande", con espejos combinados de 100 metros de ancho y que, si se construye, se instalará en alguna montaña de América del Sur.
El propósito de todos estos proyectos, dijo el profesor de astronomía Chuck Steidel, quien encabezó el comité de promoción del Telescopio de Treinta Metros (TTM), es "la observación con más detalle de las galaxias tempranas y la formación de sistemas planetarios".
"Por supuesto también la cobertura de áreas enormes de recolección de datos para el estudio de las fuentes de señales aún más débiles, que a menudo son las más importantes pero están fuera del alcance de los equipos actuales", agregó.
El TTM no será solamente un telescopio óptico sino que también será infrarrojo, y se construirá con lo que se llama "óptica adaptativa" que moverá los espejos de manera controlada para compensar por las distorsiones que la atmósfera causa en la luz que llega de estrellas y planetas a la Tierra.
Aunque los astrónomos ya han obtenido imágenes sin precedentes, libres de la distorsión atmosférica gracias al telescopio espacial Hubble en órbita, la disponibilidad de grandes telescopios en tierra aumenta la capacidad de los científicos para analizar las imágenes y la información obtenida.
"Las capacidades del TTM incluirán una resolución angular sin precedentes necesaria para imágenes de resolución al detalle", indicó Steidel.
Caltech tiene un buen historial para estar al frente de este proyecto, en el cual intervienen universidades de Estados Unidos y de Canadá: fueron los expertos y científicos del Instituto Tecnológico de California los que construyeron los "ojos al cielo" gemelos de Keck.
Y antes de los telescopios gemelos de Hawai, Caltech puso en marcha el telescopio Hale, con su espejo de 5 metros de diámetro, en el observatorio Palomar, que fue el mayor instrumento óptico del mundo y sigue en servicio 54 años después de su inauguración.