CD. LERDO, DGO.- Son las doce del día y todo transcurre como siempre. Camiones y carros circulan en todas direcciones una vez que les toca su turno en el semáforo. La calzada J. Agustín Castro y el bulevar Miguel Alemán se habían anunciado como lugar por donde el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, entraría a Ciudad Lerdo a esta misma hora.
Bajo el inclemente sol, un oficial de vialidad, todavía de Gómez Palacio, hace como que controla el tránsito vehicular. Este reportero se le acerca para preguntarle:
¿No sabe si ya pasó el Cardenal?
—¿Cuál Cardenal?
Norberto Rivera.
—Ah... la verdad, no sabría decirle.
Se había comentado que una pancarta con los colores del Vaticano y algún texto recibiría al Arzobispo en la entrada de esta Ciudad Jardín. Pero en este crucero no se ve por ningún lado.
Metros más adelante, sobre el Miguel Alemán, a la altura de la calle Miguel Auza, está un puente peatonal, que hoy sirve como soporte para el mensaje al Cardenal: “Bienvenido a Lerdo, Cardenal Norberto Rivera Carrera, ejemplo de idealismo y orgullo de Durango”.
Conforme se va entrando a la ciudad, la decoración alusiva a la visita de este personaje se va haciendo presente.
Unos cuantos minutos después del medio día, aún había algunas personas colocando tiras con banderillas amarillas y blancas en forma perpendicular a la avenida Sarabia. En postes, puertas y ventanas, hay globos de los mismos colores. A la altura de la calle Guerrero, dos jóvenes colocan más artículos decorativos. En el parque Victoria se observa una tarima sobre la cual más tarde, según informa una persona que ayuda a otra a colocar un cartel, el Cardenal Rivera Carrera oficiará una misa, casi enfrente de la tradicional nieve “Chepo”.
En la Plaza de Armas, por la Sarabia, se encuentran alrededor de 30 taxis estacionados en forma de valla, cada uno con un par de globos en su antena. Los choferes esperan afuera platicando entre ellos.
El antiguo cine Centauro, hoy Centro Cultural, ya presenta la mayoría de los asientos ocupados. Por las bocinas del interior y del exterior del recinto, se oyen dos voces, una femenina y otra masculina, cantando “Te quiero tanto, tanto, tanto, tanto, tanto, cada día...” acompañados de una guitarra.
Son ya las 12 y cuarenta. En el crucero de la entrada de Lerdo, por la acera adjunta al ISSSTE, ya se observa una unidad del departamento de Vialidad con dos oficiales a bordo. De acuerdo a sus informes, “el convoy ya viene llegando... van por el Independencia en Torreón”.
Los automóviles, camiones y transeúntes circulan normalmente, pero cada vez en mayor medida, conforme se acerca la hora pico. El calor también aumenta.
Debajo del puente peatonal donde se encuentra la pancarta de recibimiento, el Tránsito que labora en ese cruce, dice estar al pendiente. “Ya vienen para acá”.
De pronto, unas cuatro camionetas tipo Voyager con vidrios polarizados pasan rápidamente. En cuestión de segundos desaparecen en medio de la indiferencia de la mayoría de los que por ahí circulan.
Una vez que llegan los vehículos al Salón Parroquial de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, sobre la calle Hidalgo, entre Sarabia y Coronado, la prensa, que ahí aguardaba, se aglutina alrededor del máximo jerarca de la Iglesia Católica en México para obtener de él unas palabras, lo cual no fue posible, ya que el Cardenal y su gente ingresaron como bólidos al recinto parroquial. Además de los reporteros, algunas personas más esperaban a que saliera el Arzobispo.
Minutos después, lo hace. Caminando se dirige al lugar en donde brindaría su conferencia: “Los valores del Cristianismo en el desarrollo de la familia”. En el trayecto, los reporteros hacen preguntas insistentemente, pero, la única respuesta que reciben es: “cuando termine la plática los atiendo”. Frente a la presidencia municipal, los taxistas cetemistas y ceneopistas se acercan al Cardenal para saludarlo.
En el Centauro, la Rondalla del Colegio de Bachilleres de Lerdo se despide al son de “Hermoso cariño”. El recinto está prácticamente lleno. Los que más ocupan espacios son alumnos de diferentes escuelas de la ciudad, como el colegio Josefino, la 18 de Marzo, el Cobach. La gente se empuja a la entrada para dejar pasar al invitado.
Los aplausos y vivas se hacen escuchar así como algunas porras: “Es la Iglesia, su pasión... Lerdo le da su corazón”.
El alcalde, Luis Fernando González Achem, apoyado en muletas por la lesión en su pierna derecha, sube al estrado e improvisa un breve discurso adulador hacia la figura del Arzobispo Primado de México. Todos los integrantes del Ayuntamiento suben para saludarlo. Las regidoras Lourdes Castil Rivas, María del Carmen Olguín y María del Refugio Franco, le entregan las “Llaves de la Ciudad” a Norberto Rivera, quien, con una sonrisa en los labios, las recibe y toma las manos de las ediles.
Cerca de las dos con veinte de la tarde, un hombre de alrededor de 40 años tuvo un ataque de epilepsia, por lo que tuvo que ser atendido y llevado a la Cruz Roja.
La cotidiana tranquilidad del centro lerdense se vio alterada por momentos con la presencia del Arzobispo. No obstante, una vez concluido el acto, todo volvió a la normalidad.