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Preguntas

Federico Reyes Heroles

Más de dos millones de kilómetros cuadrados. Largos litorales, bosques, selvas, minería, petróleo, es cierto, también desiertos y llanos pobres. Con todo hay recursos naturales que serían la envidia de muchos, una localización geográfica privilegiada y sin embargo aquí estamos con 54 millones de pobres en cifras oficiales y de allí la mitad en verdadera miseria. Algo, mucho, hemos hecho mal. Crecer, crecer. Crecimiento con estabilidad es la imagen que muchos guardan como recurso de que sí se puede. Pero ese México simplemente es irrepetible. Crecíamos, es cierto, pero apaciguando los reclamos de justicia con una repartición de tierras de las cuales pocas servían para el cultivo. Crecíamos es cierto, pero depredando sin piedad. Crecíamos pero con una protección económica que pagaron muy caro los consumidores. Crecíamos pero sufragando las erogaciones estatales de manera mañosa. Crecíamos pero con una injusticia distributiva vergonzosa. Las preguntas centrales de nuestro país recibían respuestas demagógicas.

Ese México se colapsó y la verdad sea dicha desde entonces no hemos vuelto a tener un crecimiento más o menos continuado. Claro llegó el TLCAN y el impulso que nos dio el sector exportador maravilló a muchos. La undécima economía del mundo, tercer socio comercial de Estados Unidos, las impresionantes cifras volvieron a ocultar nuestras severas limitaciones y también nuestras potencialidades. Las preguntas centrales de la viabilidad de nuestro país volvieron a ser sepultadas. La evasión y la demagogia hicieron de las suyas. Llegó la alternancia en el Ejecutivo federal y todas las esperanzas se centraron en el gran acontecimiento. La alternancia ha traído beneficios pero no crecimiento. Claro dicen, se nos atravesó el “11 de septiembre” y eso explica la caída. De nuevo la evasión. Hay otra, culpar de todo a Fox y de nuevo así evadirnos. Estamos tan acostumbrados a no mirar lo evidente que ya ni siquiera lo ponemos en la lista de pendientes del país. Las falsas respuestas invaden todo.

Atender al agro, proteger la producción de granos y por qué no de azúcar. Uno de los mitos más costosos que se cultivaron en el siglo XX es nuestra vocación agrícola. Sólo un 12 ó 14 por ciento del territorio nacional tiene viabilidad agrícola y de allí una porción menor sirve para granos. Si queremos una sociedad más próspera, más justa, deberemos aceptar que por allí tenemos poco qué heredar. Sin embargo andamos reviviendo falsas esperanzas. La realidad se sigue imponiendo. Las importaciones de granos serán imparables, pero las exportaciones de frutas y legumbres nos pueden dar una sorpresa notable. El día que descubramos nuestra vocación forestal nos vamos a dar de topes por el siglo que hemos perdido por no responder con crudeza a las preguntas centrales.

México muy atractivo para la inversión extranjera directa. La gran salvación esta allí, dicen. Verdad a medias. La mayor parte de la IED, el 52 por ciento, se va a los propios países desarrollados. Además, ¿por qué invertir en una economía emergente con problemas de productividad y corrupción, pudiendo ir a una país limpio y sin problemas? La respuesta está en una tasa premio que pagamos todos los contribuyentes y muy caro. Si al 52 por ciento le sumamos el 28 que se lleva China y el nueve que se lleva Brasil, nos daremos cuenta de que estamos quedándonos con una porción menor. Cuidado con nuestro orgullo. Eso sí, del ahorro interno, base de toda nación prospera, mejor no hablamos, porque tendríamos que apretarnos el cinturón.

Y ya que hablamos de ahorro interno por qué no recordar la tesis de Hernando de Soto según la cual en México hay alrededor de 315 mil millones de dólares (siete veces los activos de Pemex según el estudio) de ahorros de los pobres que quedaron fuera del mercado, es decir muertos. Dado que no son fungibles, no apalancan ningún tipo de desarrollo. Casas en propiedades comunales o ejidales, camionetas ilegales, etc., formas de ahorro popular de montos descomunales que simplemente no miramos. PRI, PAN, PRD, quién esté en el poder da igual si no encaramos el hecho de haber dejado fuera del todo mercado a los ahorros de la gran mayoría, poco va a cambiar. Y ya que de ilegalidad hablamos el gobernador del Banco de México nos recuerda que si pagaran los que deben la recaudación podría ser del doble. Y como los morosos le deben casi 92,000 millones de pesos al fisco la cosa está difícil. Así nunca saldrán las cuentas.

Ya que de deudas hablamos por qué no encarar que la deuda del IMSS equivale a tres veces la deuda interna o la externa, además de que el asunto seguirá creciendo: en el año 2000 por cada pensionado o jubilado había tres trabajadores; para el 2030 serán uno a uno. Por cierto en 1976 había 16 trabajadores por cada pensionado. Pero mejor posterguémoslo, alguna solución aparecerá en el camino. Y qué decir de la productividad. En la macroeconómica pasamos del sitial 41 al 45 y en la micro del 42 al 55, 2000-2002. Para abajo, que no quede duda. Mientras tanto China paso del 40 al 33 y del 44 al 38, para arriba vamos. Pero eso sí, envueltos en la defensa de la soberanía para qué hablar del impacto de los elevados impuestos en la actividad empresarial. Por cierto, ya que están de moda los certificados, al cierre del año 2002 México tenía 2,233 empresas con ISO 9001, bien, pero en Alemania eran casi 11 mil y en China más de 40,000.

Price Water House Coopers calculó los costos empresariales de la piratería, del espionaje industrial, de la corrupción y cohecho, asuntos en los que México se lleva tristes primeros lugares, las cifras son apabullantes. De hecho cuando se pregunta a los inversionistas por el principal obstáculo para invertir en México las respuestas consistentes son dos, funcionamiento del sistema legal y corrupción. Por qué invertir allí cuando no sabemos si el juez de verdad será capaz de defender la aplicación de la ley. Por qué creer en el futuro de una nación cuando lo básico no funciona.

¿Puede un país tener finanzas públicas sanas cuando la evasión fiscal toca a uno de cada dos causantes? NO. ¿Puede un país prosperar cuando el ahorro de los más está fuera del mercado y de la legalidad? NO. ¿Puede un país tener un agro próspero cuando se empeña en producir lo que no le va y no fomenta aquello en que tiene ventajas? NO. ¿Puede un país competir en productividad cuando uno de los insumos generales está fuera de precios? NO. ¿Puede un país ser confiable cuando la debilidad del Poder Judicial campea? NO. ¿Puede un país combatir la corrupción cuando los trámites aumentan 128 por ciento en tres años? NO. ¿Puede un país dormir tranquilo cuando no lee los requerimientos de su pirámide poblacional? NO. ¿Puede un país mejorar su productividad cuando se premia el desorden y la ineficiencia? NO. Son preguntas, meras preguntas.

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