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Premio Nobel de Paz critica a Occidente

Reuters

OSLO, NORUEGA.- La iraní Shirin Ebadi se convirtió ayer en la primera mujer musulmana que recibe el Premio Nobel de la Paz y acusó al Occidente de usar los atentados del 11 de septiembre como una cortina de humo para encubrir violaciones de derechos humanos.

Ebadi, una abogada reformista, reconocida por su trabajo incansable a favor de los derechos de las mujeres y los niños en Irán, recibió el premio de 1.4 millones de dólares y una medalla de oro del presidente del Comité Noruego del Nobel en una ceremonia en el ayuntamiento de Oslo.

La activista, quien desafió Leyes iraníes como las que señalan que la vida de una mujer vale la mitad que la de un hombre, o que una mujer necesita el permiso de su marido para salir del país, es una heroína para los reformistas de su país pero una persona peligrosa para los clérigos conservadores.

Ebadi criticó al Gobierno estadounidense por su doble moral al ignorar las resoluciones de las Naciones Unidas en Oriente Medio, mientras se valió de ellas para invadir a Iraq.

“En los últimos dos años, algunos Estados han violado los principios universales y las leyes de derechos humanos al utilizar como pretexto los sucesos del 11 de septiembre y la guerra contra el terrorismo internacional”, expresó en su discurso preparado.

“Se han justificado las regulaciones que restringen los derechos humanos y las libertades básicas (...) y se han legitimado bajo el escudo de la guerra contra el terrorismo”, expresó en lengua farsi, vistiendo una falda amarilla pálido con una chaqueta haciendo conjunto.

El príncipe heredero noruego Haakon, en representación de su padre enfermo, el Rey Harald, asistió a la solemne ceremonia con su madre la Reina Sonja y su esposa embarazada Mette-Marit.

“Su nombre brillará en la historia del Premio de la Paz”, dijo el presidente del Comité Noruego del Nobel, Ole Danbolt Mjoes.

Sin el tradicional velo musulmán sobre la cabeza durante la ceremonia, la abogada de 56 años, receptora del premio de 1.4 millones de dólares, criticó lo que calificó como incumplimientos de la Convención de Ginebra en la prisión militar en la base naval de Guantánamo, en Cuba.

Ebadi dijo que los prisioneros en Guantánamo no contaron con “el beneficio de los derechos estipulados por la Convención Internacional de Ginebra, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Tratado Internacional (de la ONU) sobre los Derechos Humanos y Civiles”.

Ebadi fue la primera jueza iraní antes de la revolución islámica de 1979, pero fue obligada a renunciar para favorecer a colegas masculinos.

Ebadi dijo que era preocupante que las democracias occidentales que iniciaron el movimiento de los derechos humanos fueran las mismas que los violaran.

La laureada con el Premio Nobel de la Paz dijo que, como cualquier otro activista a favor de los derechos humanos, se preguntaba si algunas resoluciones de las Naciones Unidas eran válidas para Occidente mientras que otras eran ignoradas.

Ebadi, que se convirtió en un símbolo de las esperanzas reformistas en Irán, a pesar de que clérigos iraníes conservadores la acusaron de servir a Occidente, también apuntó hacia su propio gobierno y exhortó a Teherán a aceptar que las reformas son inevitables.

“De hecho, no es fácil gobernar a un pueblo consciente de sus derechos utilizando métodos patriarcales, tradicionales y paternales”, concluyó.

En una entrevista con la cadena de televisión CNN tras la ceremonia, Ebadi dijo que gastaría el dinero en su trabajo en Irán. “En cuanto llegue a Teherán, continuaré mi trabajo allí”, declaró para agregar que también se unirá a los esfuerzos por los trabajos de limpieza de minas terrestres en su país.

El presidente reformista iraní Mohammad Jatami, cuya presidencia de seis años ha registrado resistencia al cambio por parte de los sectores duros islamistas, recibió inicialmente con agrado el premio a Ebadi, pero luego no le atribuyó tanta importancia.

Cerca del Ayuntamiento de Oslo, unos 50 exiliados iraníes opuestos al gobierno de Jatami se manifestaron en su contra, gritando “Abajo con la República Islámica de Irán”. Algunos acusaron a Ebadi de equivocarse al apoyar a Jatami.

El diario conservador iraní Jomhuri-ye Eslami condenó a Ebadi por aparecer en la televisión sin velo en la cabeza y por estrechar las manos de hombres.

“Le dieron este supuesto Premio Nobel por convertirse en una herramienta de los objetivos de las potencias extranjeras en Irán”, dijo el diario.

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