En el ajetreo de las compras y las aglomeraciones para obtener el mejor o más deseado regalo, la gente se acalora y a la vez se expone a las caídas bruscas en el termómetro o incluso a los gélidos chubascos decembrinos, que llegan acompañados de enfermedades respiratorias.
En esta época, esos males ocupan el primer lugar de atención en las salas de urgencias. Aun así, con las medidas adecuadas, es posible prevenir complicaciones graves.
Es un hecho que, en invierno, se pasa más tiempo en lugares cerrados, lo que aumenta la posibilidad de contagio.
Las infecciones invernales más comunes corresponden a la acción del virus, entre ellas, destacan las siguientes:
Resfriado común:
Es una enfermedad causada por agentes infecciosos llamados coronavirus y rhinovirus, por lo general de curso leve y benigno. Se caracteriza por congestión de las vías respiratorias superiores.
La tradición popular afirma que "sin remedios dura una semana, y con remedios, siete días". La realidad es que su duración fluctúa entre dos y cinco días.
Los síntomas son: obstrucción nasal, estornudos, rara vez algo de tos seca y, en ocasiones, algo de fiebre.
Los riesgos son mayores en las edades extremas de la vida, adultos mayores y niños menores de un año; por ello, cuando se padecen es necesario precisar si hay trastornos de la alimentación o el sueño o si la fiebre se mantiene durante más de tres días. También, si aparecen dificultades para respirar.
Otitis media aguda: Causada por neumococo o Haemophilus influenzae, produce la inflamación aguda del oído medio y la trompa de Eustaquio. Puede afectar a uno o ambos oídos. Provoca intensos dolores, de comienzo brusco y fiebre. En niños pequeños, la irritabilidad suele ser manifestación de dolor.
En algunos casos, el paciente puede presentar supuración del oído y dificultad para escuchar.
La otitis media aguda suele ser una complicación del resfrío común y afecta principalmente a niños menores de tres años.
Sinusitis: Los mismos agentes que provocan la otitis media aguda pueden ser los responsables de esta enfermedad, que se debe a la infección de uno o más de los senos paranasales -cavidades en los huesos del cráneo-. La infección produce la obstrucción de los orificios de los senos y, con ella, la circulación sanguínea y la ventilación de la cavidad sinusal son menores, lo que favorece el crecimiento de las bacterias.
Los síntomas más frecuentes son dolor de cabeza, secreción purulenta y fiebre. También puede haber sangrado de nariz, malestar general, tos, disminución de la capacidad olfativa y afonía.
Una vez ubicada cada una de las enfermedades, es necesario que sepa cuales son las medidas necesarias para evitarlas, o bien, contrarrestar los efectos si es que ya las padece. Quien trata a tiempo sus molestias de catarro nasal disminuye también el riesgo de inflamación de los senos nasales laterales -sinusitis- o del oído medio -otitis media-.
Algunos consejos para el tratamiento exitoso: Tratamiento en Spray o gotas nasales para descongestionar la mucosa nasal.
Los riesgos: Una mucosa nasal congestionada puede abrir el camino a diferentes complicaciones, por ello, para el éxito del tratamiento es decisivo descongestionarla a tiempo con un spray a base de oximetazolina como Iliadín, el cual es un descongestionante efectivo que disminuye las secreciones y desinflama la mucosa nasal. Su efecto es prolongado, lo cual permite aplicárselo antes de acostarse y mantener descongestionada la nariz toda la noche.
Su acción terapéutica empieza dentro de los primeros tres a cinco minutos de aplicación, con un efecto que dura hasta 12 horas. Se puede encontrar en presentación de spray y de gotas.
Aunado al tratamiento anterior, procure ingerir líquidos en abundancia, como mínimo de dos a tres litros por día. Lo más adecuado es agua mineral o té de hierbas. Un baño caliente le ayudará a estabilizar la temperatura del cuerpo y a estimular las defensas del organismo, luego procure descansar.