MANCHESTER, (Reuters) - Si uno es malo en matemáticas, puede ser porque tiene un cerebro anormal.
Una discapacidad del aprendizaje que afecta al cinco por ciento de la población podría ser la causa de anormalidades en un área del cerebro que interviene en la comprensión de los números, dijo un destacado científico.
La discalculia altera la capacidad de una persona de aprender las habilidades matemáticas. Los que la padecen tienen problemas para sumar, restar, con la aritmética mental y otras tareas numéricas.
Stanislas Dehaene, del instituto francés de investigación médica INSERM, usó técnicas de imágenes cerebrales para detectar un sistema de codificación que utiliza el cerebro para comprender la cantidad que representa un número, lo que ha arrojado nueva luz a la discalculia.
"Pensamos que comprendemos ahora que el código está en esa área", dijo en la conferencia de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia.
La investigación con animales ha demostrado que las neuronas en el cerebro están ajustadas de manera numérica, lo que los científicos dijeron es útil para seguir a las crías o para buscar comida. Dehaene y sus colegas hallaron que existe un sistema similar de codificación en los humanos.
El investigador y su equipo estudiaron personas con el síndrome de Turner, un trastorno genético que sólo afecta a las mujeres y está causado por la ausencia parcial o total de uno de los dos cromosomas X.
Los científicos demostraron que el síndrome está asociado con la discalculia y las personas que padecen el síndrome de Turner tienen anormalidades en el área del cerebro vinculada a la codificación numérica.
"La alteración de esa región, posiblemente de origen genético, da por resultado la discalculia", explicó Dehaene.
Brian Butterworth, de la universidad London College condujo un experimento de conteo que podría constituir la base de una prueba para detectar la discalculia, la que describió como un trastorno agobiante para los niños."Vuelve su vida una miseria", expresó en la reunión.
Asimismo, agregó que se necesitaba una forma simple de diagnosticar el problema y alertar a padres y maestros, y a los propios niños, sobre la condición.
"Lo que me gustaría ver es que los niños diagnosticados con discalculia no tienen que sufrir la humillación diaria de la lección de matemáticas y que tienen un apoyo especial, de la misma manera que las personas disléxicas tienen un apoyo especial", agregó.