“No es que no puedan ver la solución: es que no pueden ver el problema”.
G.K. Chesterton
La economía mexicana se encuentra estancada. Algunos funcionarios gubernamentales y analistas esperan que la tan esperada recuperación económica de los Estados Unidos tire de nuestro país y nos saque del estancamiento. Pero hay un obstáculo importante esta vez: el crecimiento de nuestra productividad se está quedando rezagado frente al de otros países del mundo.
En el reciente Foro de Negocios de Veracruz el ex secretario de Hacienda, Pedro Aspe, mostró cifras sobre este tema que son realmente preocupantes. Desde 1989 hasta 2001 México tuvo un aumento de productividad en el sector manufacturero —que es el que tiene cifras más confiables— siempre por arriba del estadounidense. En 1997, de hecho, las empresas mexicanas de manufacturas llegaron a tener incrementos anuales de productividad del siete por ciento, mientras Estados Unidos se encontraba ligeramente por arriba del tres por ciento. Ese crecimiento ha caído dramáticamente en el caso de México. En el ramo de las manufacturas nuestro país sigue tiene ahora un crecimiento anual de apenas superior al tres por ciento. Estados Unidos nos ha rebasado y se encuentra en cuatro por ciento.
Las cifras de aumento de la productividad total de la economía (que es el producto interno bruto por persona empleada en dólares ajustados a la paridad de poder de compra de cada país) muestran un panorama todavía más desolador. En este índice México ha tenido caídas en su productividad en el 2001 (-1.92 por ciento) y en el 2002 (-0.93 por ciento) mientras que en el 2000 todavía alcanzamos un alza de 5.84 por ciento. En contraste China ha tenido aumentos en este índice de productividad total superiores al 6 por ciento en el 2001 y en el 2002.
Estas cifras nos explican por qué la economía mexicana está estancada mientras que la de China está creciendo al ocho por ciento al año y la estadounidense empieza a repuntar. Que no nos extrañe que a pesar de la devaluación del peso frente al dólar nuestras exportaciones no petroleras están cayendo. Que no nos sorprenda que los empleos de manufacturas se están yendo a China y a otros países. Cuando un país pierde productividad, pierde también inversión, crecimiento y empleos.
El gran crecimiento de la productividad en México en los años noventa fue en buena medida producto de la apertura comercial, la cual obligó a los fabricantes de productos sujetos a competencia a volverse más productivos. Es interesante darse cuenta, de hecho, que aquellos sectores de la economía mexicana que se han mantenido hasta ahora aislados ante la competencia son los que menor aumento de productividad han tenido. Según Aspe, que cita informacion del INEGI y de Sagarpa, el crecimiento promedio de la productividad en el maíz (volumen de producción por hectárea cosechada) ha sido de apenas 2.3 por ciento al año entre 1993 y el 2002. En cambio el aumento de la productividad en la fabricación de automóviles (medida en términos de producción entre horas-hombre trabajadas) ha crecido a un 12 por ciento anual en ese mismo período.
La apertura comercial ya cumplió con su papel en los ramos en que ha estado presente. Para seguir creciendo al ritmo que lo está haciendo China necesitamos nuevas reformas. Aspe mencionó cinco grandes grupos en su presentación en Veracruz: estado de derecho (reglas claras que permitan planificación de largo plazo), entorno de competencia (que los eficientes crezcan y los ineficientes salgan del mercado), adecuada infraestructura física, mejor abasto de insumos básicos de uso generalizado (por ejemplo, energía) y un mercado flexible de trabajo y de capital. Las reformas en electricidad, gas natural y petróleo, y el sistema fiscal serían apenas el mínimo para reanudar el crecimiento de la productividad.
Éste no es un problema menor o simplemente técnico. México, después de tener una década de rápido crecimiento en la productividad, se está quedando atrás. El tener índices de aumento de la productividad inferiores a los de nuestros competidores significa que tendremos menos empleos y más pobreza en nuestro país. Por eso son tan necesarias las reformas estructurales que se están discutiendo actualmente en el Congreso, sin que muchos de nuestros legisladores tengan necesariamente una idea clara de la importancia de lo que se está jugando en el proceso.
Tabaco
La persecución de los fumadores no está teniendo efecto. El gobierno prohibió, por supuestas razones de salud pública, la publicidad de productos del tabaco en los medios masivos de comunicación, con lo cual afectó ventas y empleos. Pero el consumo de productos de tabaco en nuestro país ha seguido aumentando.
Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com