EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Productividad/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Si un hombre hace esfuerzos constantes, podremos salvarlo”. Goethe (Fausto)

Los escándalos de la política interna y los preparativos de la guerra contra Iraq han hecho que los mexicanos le prestemos muy poca atención a las llamadas mesas de diálogo por una Política de Estado para el Campo. Pero la verdad es que el Acuerdo Nacional para el Campo que pueda surgir de esas mesas tendrá una importancia mucho mayor en la vida de nuestro país que los insultos y descalificaciones de la nueva política nacional o esa guerra absurda que al parecer devastará a la vieja Mesopotamia.

Este pasado tres de marzo le tocó el turno al secretario de Economía, Fernando Canales Clariond, de comparecer en las mesas de diálogo. La posición del ex gobernador de Nuevo León fue de conciliación. Planteó que el Gobierno de la República puede buscar una negociación agropecuaria con Estados Unidos y Canadá para compensar los “desequilibrios” entre los tres países pero sin tocar formalmente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

La propuesta es sensata. Renegociar el TLC equivale a abrir una caja de Pandora. Si nosotros queremos renegociar el maíz -que con las actuales reglas quedará completamente abierto en el 2008— los estadounidenses sin duda querrán abrir otros productos que a ellos les convengan. O quizá, en el ambiente hostil generado por la resistencia de México a apoyar a los Estados Unidos en la votación sobre Iraq en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Washington podría tratar de repudiar todo el Tratado. Esto último sería desastroso para México: podría hacer que desapareciera el superávit comercial de 37,000 millones de dólares que ahora tenemos con Estados Unidos y haría que los mexicanos perdiéramos millones de empleos.

Los grupos políticos corporativistas que afirman representar el campo mexicano, sin embargo, se niegan a considerar siquiera una negociación fuera del Tratado. El Congreso Agrario Permanente y la organización llamada El Campo no Aguanta Más han seguido repitiendo como un karma su posición de que México debe renegociar el TLC sin importar los daños que esto ocasione a la economía nacional.

Claro que ni la propuesta del secretario Canales ni la testaruda posición de los grupos corporativistas se enfocan al verdadero problema del campo mexicano. Antes de buscar que Estados Unidos y Canadá acepten darle a los campesinos mexicanos nuevas reglas de protección, que encarezcan todavía más el precio de los alimentos en nuestro país, tendríamos que preguntarnos por qué hay un “desequilibrio” entre la producción agropecuaria de México y la de Estados Unidos o Canadá. ¿Será porque nuestra tierra es de inferior calidad? No, no hay razón para pensar que súbitamente cambia la calidad de la tierra al cruzar la frontera. De hecho, la enorme diversidad de climas y suelos de México nos debería hacer más competitivos que los granjeros estadounidenses y canadienses en un amplio número de productos. ¿Será porque nuestros campesinos son más flojos que los estadounidenses o canadienses? Claro que no. De hecho, los campesinos en Estados Unidos son también mexicanos. ¿Será que los subsidios agropecuarios en Estados Unidos y Canadá son superiores a los mexicanos? No, en términos del valor de la producción, los subsidios mexicanos son similares a los del norte del río Bravo.

La verdad es que han sido las políticas gubernamentales las que han hecho improductivo el campo nacional. La fragmentación de la tierra, la falta de derechos de propiedad en el ejido y la imposibilidad práctica de fusionar las unidades productivas más exitosas son las razones de la pobreza en el campo.

Las soluciones que nos ofrecen el gobierno y los grupos corporativistas no nos ayudarán a resolver el problema. Pedir un mayor proteccionismo, como sugiere el secretario Canales, no aumentará la productividad agropecuaria sino que la seguirá golpeando. Tampoco renegociar o repudiar el TLC aumentará la productividad del campo, aunque sí ayudará a destruir el resto de la economía mexicana, que es al parecer lo que quieren los grupos corporativistas.

Si de verdad queremos combatir la pobreza del campo, tenemos que empezar a discutir las condiciones en que puede aumentarse su productividad. Pero lo sorprendente es que en unas mesas que pretenden lograr un Acuerdo Nacional por el Campo nadie ha tocado este tema fundamental: Como si la falta de productividad no tuviera nada que ver con la pobreza.

Ahorro interno

El ahorro interno mexicano cayó en el 2002 a 16.8 por ciento del Producto Interno Bruto. Ahí se encuentra una de las claves de nuestra falta de desarrollo. Los países que más están creciendo, en especial en Asia, tienen un ahorro interno de alrededor de 30 por ciento del PIB.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 22427

elsiglo.mx