EFE
MADRID, ESPAÑA.- El actor neozelandés pasó por España como una exhalación en su jet privado. Como si de un emperador romano salido de Gladiator se tratara llegó, vio y venció, para presentar su último trabajo: Master and Commander: al otro Lado del Mundo.
Entre aplausos y algún abucheo de algún reportero cansado tras una espera de cuarenta y cinco minutos, Crowe entró en materia y confesó que "llevo bastante tiempo escogiendo con cautela los personajes que hago. Cuido mucho la historia". El actor conocía al director de Master and Commander: Al Otro Lado del Mundo, el australiano Peter Weir, desde hacía muchos años.
"He visto sus películas desde hace mucho tiempo y todavía recuerdo en una ocasión que para ver The Last Wave (La Última Ola, 1977) nos escapamos del colegio mi hermano y yo. Luego me han encantado otros filmes de Peter Weir como El Año que Vivimos Peligrosamente (1983), Unico Testigo (1985) o El Club de los Poetas Muertos (1989)", comentó el actor.
De todas las cualidades que atesora el director, Crowe valora de manera especial su minuciosidad y una confianza casi ciega en los actores hasta el punto de que "aunque aparentemente puede parecer un director difícil, Weir siempre nos daba aliento para seguir una semana tras otra en el barco", comenta.
!Él quiere que los actores hagan de inquisidor de su propio papel. Nos dio los elementos básicos para construir el personaje, pero los detalles los dejaba siempre en tus manos para que te responsabilizaras también de la película", añade.
Ambientada en 1805 en plenas guerras napoleónicas, "Master and Commander: Al otro lado del mundo" está basada en las veinte novelas marinas que escribió el escritor británico Patrick O?Brien, de las que el director ha conservado el virtuosismo histórico del novelista, así como la amistad entre los dos protagonistas, el capitán Jack Aubrey y su consejero y cirujano de a bordo, Stephen Maturin.
Un rodaje con la dureza de los marinos
Sobre cómo accedió al protagonismo en el filme, Crowe dice: "afronté el rodaje de esta película como un auténtico reto personal, pues aunque me crié en dos ciudades portuarias como Sydney y Oakland, jugaba con barcos y viajaba mucho en ferry, nunca tuve alma de marinero. Rodar durante seis meses y no acabar vomitando encima de la tripulación fue todo un desafío para mí".
Para poder aguantar con la hombría propia de los marineros fueron de gran ayuda los ánimos del director: "Siempre nos daba aliento para seguir una semana tras otra en el barco y nos incentivaba", aseguró el actor.
Con ese objetivo, Weir proyectaba al equipo películas clásicas de aventuras marinas y de este modo "acabamos acostumbrándonos a entender la jerarquía en el barco, la vida cotidiana", aparte que el propio Crowe comenzó la preparación de su personaje con la única ayuda de "dos folios y medio de bibliografía", una larga lista de libros de historia que tuvo que leer para familiarizarse con la Armada, el Almirante Nelson, el pilotaje de los barcos, los peligros del mar...
La película que protagoniza Russell Crowe discurre durante varios meses con una tripulación de 170 hombres en un barco, el Surprise, que es atacado por un buque francés, mucho mayor y superior al que Aubrey decide perseguir contra viento y marea por los Mares del Sur, una odisea en la que además del enemigo deben combatir al frío, las tempestades y algún que otro conato de rebelión a bordo.
En la senda de los oscar
Los distribuidores de la película no han podido evitar comentar que a una historia tan redonda sólo le falta una chica, pero para el protagonista de "Gladiator" ya está bien como está: "Si hubiera un romance en la película, alguien habría dicho seguro que ya tenemos otra vez la mano de Hollywood".
Para Crowe, era más importante mostrar la amistad de los dos personajes centrales, Aubrey y Maturin, que "son capaces de mantener una conversación e incluso de discrepar dentro del respeto mutuo".
Crowe, que ya saboreó la mieles del éxito cuando obtuvo un Oscar por Una Mente Brillante, no se plantea la posibilidad de ganar otra estatuilla por la recreación que hace del capitán Aubrey. "No quiero hacer conjeturas sobre esta cuestión", comentó y añadió: "si alguien merece un Oscar, es Peter Weir, que ha conseguido una mezcla de tecnología antigua y efectos especiales que hacen que esta fantasía sea real".
En cualquier caso, no sería la primera vez que el cineasta australiano se queda a las puertas del preciado tesoro del Séptimo Arte, pues anteriormente ya fue nominado en cuatro ocasiones, tres de ellas al mejor director por Único Testigo, El Club de los Poetas Muertos y El Show de Truman, y una al mejor guión original por la comedia Matrimonio de Conveniencia.