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Propiedad en China

Sergio Sarmiento

“La propiedad es un robo”.

Pierre-Joseph Proudhon

A veces los medios de comunicación, obsesionados con lo inmediato, no le prestamos la atención que debiéramos a los acontecimientos más importantes. Este es el caso de la decisión, dada a conocer el pasado 22 de diciembre, del Partido Comunista chino de impulsar una iniciativa de ley en el Congreso Nacional del Pueblo para legalizar la propiedad privada en China. La noticia quedó relegada a las páginas interiores de los periódicos y no fue mencionada en muchos noticiarios de medios electrónicos.

Es cierto que desde la muerte de Mao Zedong, en 1976, la propiedad privada en China ha sido respetada por las autoridades comunistas. Primero en el campo y después en la industria y en los bienes inmuebles, la propiedad ha estado presente y ha sido responsable del impresionante despegue económico de China tras el deterioro de los tiempos de Mao. Hoy China permite abiertamente la inversión privada en campos como la electricidad y el petróleo crudo que están vedados en países como México. Pero China nunca ha dejado de ser gobernada por un régimen comunista que ha mantenido en la constitución, aun sin respetarlo, el dogma de que la propiedad privada es un mal que debe limitarse o erradicarse.

Esta situación cambiará de manera formal en el momento en que el Congreso Nacional del Pueblo enmiende la constitución y le dé al Estado la responsabilidad de proteger la propiedad privada. Con esta decisión se pone formalmente fin a uno de los pocos Estados comunistas que quedaban en el mundo. Hoy solamente Corea del Norte y Cuba -en parte, porque el régimen de Fidel Castro ha liberalizado también algunos aspectos de su economía- se aferran a la vieja utopía comunista.

El comunismo surgió de un deseo quizá bien intencionado de acabar con la pobreza. Pensadores como Rousseau, Proudhon, Engels, Marx, Lenin y Mao vieron en la propiedad privada el origen de la desigualdad social y la miseria. Al eliminar la propiedad y dejar los medios de producción en manos del Estado se construiría una sociedad no sólo más justa sino más eficiente por la planificación central de la economía a cargo de un Estado dedicado a lograr la mayor felicidad para el mayor número de personas.

La Revolución Rusa de 1917 marcó el inicio del intento de construcción de la utopía comunista no ya en los libros sino en la realidad. En un momento, de hecho, pareció que el movimiento era imparable. Para mediados de los años ochenta una tercera parte de los países del mundo tenían ya gobiernos comunistas.

Varios problemas, sin embargo, impidieron que el comunismo siguiera avanzando. Uno de ellos fue la propia ineficiencia del sistema. Ni el mejor de los burócratas podía tomar decisiones que realmente fueran mejores que las del mercado. Por otra parte, si bien las sociedades comunistas tenían un menor nivel de desigualdad, crearon una clase burocrática con privilegios que generaban resentimiento entre el resto de la población.

Quizá el problema fundamental de los países comunistas, sin embargo, fue el hecho de que necesariamente debían restringir la libertad personal. Para existir un régimen comunista debe prohibir no sólo la propiedad privada sino también las transacciones comerciales consensuales entre adultos. Para mantener esta prohibición fue necesario construir regímenes autoritarios en lo político, los cuales pudieron sobrevivir durante algún tiempo pero al final tuvieron que enfrentarse a una creciente insatisfacción popular. Por ello entre 1989 y 1991 cayeron la mayoría de los regímenes comunistas en el mundo.

China inició su transformación tras la muerte de Mao en1976. Un nuevo dirigente, Deng Xiaoping, empezó a hacer reformas económicas estructurales. Primero permitió a los campesinos que mantuvieran el fruto de su trabajo; después abrió el país a la inversión privada; más tarde permitió también a las personas la propiedad de sus viviendas. Desde ese entonces China ha sido el país con más rápido crecimiento económico del mundo y el nivel de vida de sus habitantes se ha triplicado.

China no ha dejado de hacer los cambios estructurales que le permitan seguir avanzando. Por eso era importante modificar la constitución para darle a la propiedad privada una garantía legal. La iniciativa que pone fin en China al dogma fundamental del comunismo es indicativa de la visión de largo plazo de los dirigentes de ese país.

Sentido contrario

Al contrario que en China, en México vamos para atrás. No sólo nuestro Congreso se negó a hacer una Reforma Fiscal que habría hecho más competitiva a la economía nacional, sino que ha congelado también una Reforma Eléctrica que promovería la inversión productiva. Hoy somos un país más comunista que China.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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