Daniel Bonilla y Giancarlo Mazzanti, finalistas del Concurso Internacional de Arquitectura
MÉXICO, DF.- Construir diversos edificios dentro de uno solo que los agrupe es la propuesta del mexicano Isaac Broid y los colombianos Daniel Bonilla y Giancarlo Mazzanti para el Concurso Internacional de Arquitectura para la construcción del nuevo edificio de la Biblioteca de México José Vasconcelos, del que resultaron finalistas.
Para cumplir con uno de los requisitos del certamen (dividir la biblioteca en las diferentes disciplinas del conocimiento), los tres arquitectos acordaron que el edificio debía contar con una fisonomía propia que reflejara una síntesis de la situación actual del país.
“La forma más clara de representar nuestra idea fue incluir en la biblioteca diferentes cajas. Se trata de un edificio donde se muestra la pluralidad: existe la individualidad de las cajas dentro de un orden global, como ocurre en el país: hay una sola dirección, pero con diversidades políticas, sociales y económicas. Todos podemos vivir en México aunque seamos diferentes. Este edificio enfatiza la tolerancia”, afirma Isaac Broid al explicar su propuesta.
Los proyectos relacionados con el ámbito cultural son los que mayor interés despiertan en él, por lo que decidió concursar en este certamen al lado de arquitectos poco conocidos a nivel internacional, “pero con la misma capacidad”. Esto les permitió a cada uno de ellos participar directamente en la propuesta con ideas, opiniones y decisiones personales.
La preocupación de Broid, Bonilla y Mazzanti es generar un espacio público colectivo; que no resulte un edificio suelto, sino un pretexto para proponer una nueva imagen de la ciudad, donde el elemento colectivo sea el organizador para establecer contacto entre las personas.
“El proyecto va más allá del límite del terreno. De las propuestas finalistas, las tres de los mexicanos, a diferencia de algunas de los extranjeros, dan mayor importancia al espacio público urbano, que consideramos fundamental para el desarrollo de la sociedad. Es por eso que queremos que tanto el edificio en sí mismo como el entorno sean pedagógicos, que formen parte de la cultura del país y que creen conciencia de la relevancia de espacios para socializar, para el uso de todos”.
Aún cuando Isaac Broid reconoce que leer es un acto individual, su propuesta consiste en realizar este acto a través de espacios colectivos. “Existen una serie de lugares que educarán al individuo y formarán parte de su crecimiento. Cualquier programa arquitectónico requiere una serie de necesidades que el arquitecto debe satisfacer, aunque no debe ceñirse a ellas, sino complementarlas con sus propuestas. En nuestro proyecto, el espacio urbano es complemento de las demandas estrictas de una biblioteca, donde los límites de dónde termina uno y comienza otro se diluyen”.
Las características de las cajas, en el proyecto de Broid, Bonilla y Mazzanti, se relacionan directamente con el área correspondiente, “aunque las decisiones, en el fondo, siempre son personales, arbitrarias y subjetivas”. Por ejemplo, la biblioteca de historia y geografía se forma con piedras apiladas, y en la de filosofía existen cavidades que permiten el paso de la luz. En general, plantean una nueva topografía, con lo que se conectarían las entradas de la biblioteca con las del Metro y –de materializarse– del tren suburbano.