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Protejamos al IFE/En la transición

Sergio Aguayo Quezada

La cauda de destrozos que han dejado los comicios mexiquenses nos deben servir para valorar todos los aportes que ha hecho el Instituto Federal Electoral (IFE) a nuestra democracia. Como la tarea del IFE no ha terminado es imperioso proteger a este organismo.

Las elecciones dominicales en el Estado de México se caracterizaron por esos desplazamientos tan comunes en el juego de salón llamado “Serpientes y Escaleras”. La victoria más nítida que obtuvo el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que además de incrementar su caudal de votos ostentó una unidad poco común, refleja la autoridad que está logrando Rosario Robles que con muchas dificultades está logrando imponer disciplina. De prolongarse la recuperación y unidad del PRD, el partido del sol azteca será una opción razonablemente seria en las presidenciales porque, por otro lado, el político que salió más beneficiado de los comicios mexiquenses fue Andrés Manuel López Obrador al que bastó la mención de sus programas para extender su influencia. Los que salieron magullados y raspados fueron el Partido Acción Nacional (PAN) y la pareja presidencial. La pérdida de votos y lustre se debió en buena medida a los escándalos de algunos presidentes municipales, pero también a errores en estrategia y método. Se confirmaron las encuestas de opinión que aseguraban que a la mayor parte de la ciudadanía le disgusta que un presidente haga campaña por su partido. El primer matrimonio cometió el error de suponer que bastaba con pararse en unos cuantos actos y besar a uno que otro niño, para inflamar el entusiasmo de una ciudadanía preparada para hacer la ola a la menor provocación.

La conocidísima pareja olvidó que en una democracia -incluso en una tan frágil e insegura como la mexicana- la arrogancia es uno de los pecados que más caro se purgan. Dejo para el final las peculiaridades que plantea el PRI porque es muy posible que ganando pierda. Aunque sus logros son relativos a la hora de contabilizar el dinero que gastaron y las concesiones que otorgó a los oportunistas del Verde Ecologista, sería una equivocación desconocer los avances del tricolor. Viéndolo desde otra perspectiva, estamos ante una victoria que puede acentuar la división al interior del PRI porque los resultados del domingo fortalecen las aspiraciones presidenciales del gobernador mexiquense, Arturo Montiel, que representa una de las formas más atrasadas de hacer política al interior del PRI y que se encargará de pasar la factura por su victoria. Lo paradójico es que si el PRI se debilita financieramente por la multa millonaria que le aplicará el IFE, crecerán las posibilidades de gobernadores que, como Montiel, controlan presupuesto y tienen tras de sí a grupos de interés extraordinariamente poderosos.

Independientemente de las especulaciones sobre ganadores y perdedores, lo realmente grave es que en esa elección sucia, confusa y cara, se ha combinado lo peor del pasado y del presente confirmándose que avanza la degradación política a cuya sombra aparecen prácticas noveles. Uno de los defectos de la democracia occidental es el juego sucio que ha alcanzado niveles de excelencia en Estados Unidos y que consiste en machacar una y otra vez los defectos y vicios —reales o inventados— del adversario. Quienes utilizan esos métodos generalmente ignoran propuestas o programas. La confusión creció porque otro rasgo de la elección fue la romería de candidatos que durante varios meses migraron entre partidos ofreciéndose al mejor postor.

En el caso de los partidos emergentes o nuevos, su estrategia se redujo a la pepena de los resentidos o excluidos de los tres grandes porque con el caudal de votos que generalmente acompañan estas candidaturas les basta para mantener el registro y, lo que parece importarles más, las prerrogativas. Los partidos nuevos o emergentes que participaron en la elección del domingo mostraron que sus limitaciones trascienden lo cuantitativo. De hecho, en esta elección todos los partidos exhibieron una notable pobreza programática y si el PRD fue el mejor librado es porque se hizo discretamente a un lado para refugiarse en la imagen de lo hecho por el jefe capitalino. Con tales actores resulta totalmente natural que reaparecieran vicios teóricamente erradicados por la lucha de algunos partidos y por el movimiento por los derechos civiles de los años noventa: La falta de control sobre el uso de los recursos, el mercadeo de los votos y la intimidación. Los medios de comunicación cumplieron con su obligación de informar pero ninguna noticia modificó la degradación que vive la política.

Pero viéndolo en perspectiva lo más lamentable fue la pasividad, impotencia y/o complicidad del Instituto Electoral del Estado de México (IIEM) que nunca frenó el festival de provocaciones e irregularidades. Me pregunto si eso hubiera pasado de seguir entre nosotros el añorado Jaime González Graff que durante su vida puso tanto esfuerzo en fortalecer al IIEM. El domingo se reforzó mi convencimiento sobre lo urgente de anegar de ética a la vida pública. Lo común es que cuando se habla de ética se piensa en gente ingenua y bien intencionada que habita en los etéreos terrenos de la filosofía pero que ignora la cruda realidad. Si la política mexicana tuviera un patrono ese sería el Maquiavelo vulgarizado de “el fin justifica los medios” (que por cierto ignora la sofisticación de las ideas del florentino). Y en ese altar, la mayor parte de los políticos y partidos están sacrificando propuestas y programas obsesionados únicamente con las candidaturas, los cargos y los presupuestos. Es posible, es viable, es deseable, incorporar la ética a la vida pública a partir de la aplicación de las leyes que reglamentan el deber ser. El instrumento son las instituciones y en el ámbito electoral destaca el IFE, un organismo que ha tomado medidas fundantes para lograr elecciones confiables, un requisito indispensable de la democracia. A los Consejeros que por el IFE han pasado desde que empezó su ciudadanización en 1994 podría aplicárseles aquel elogio que Winston Churchill hiciera a la Real Fuerza Aérea que ganó la Batalla de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial: “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”. A unos meses de que dejen su cargo, los nueve Consejeros del IFE tienen que resolver dos casos extraordinariamente importantes y difíciles: El Pemexgate y los Amigos de Fox. El PRI ya está desplegando una estrategia mediática y legal en contra del IFE al que acusan de parcialidad, el PAN se mueve nervioso en la medida en que avanzan las investigaciones sobre los Amigos de Fox y entre los consejeros hay serias diferencias sobre la mejor forma de proceder. Vivimos una guerra de declaraciones y desplegados que se incrementará en las próximas semanas.

Aunque la defensa del IFE la está haciendo el mismo Instituto, no está por demás reflexionar unos segundos en el significado que tiene. Las elecciones en el Estado de México nos recuerdan que es posible una reversión y que las elecciones federales pueden perder la confiabilidad que ahora disfrutan. Por lo que hizo y por lo que le falta hacer, va en el interés nacional la protección del IFE.

La miscelánea

En unos cuantos días el Congreso iniciará un nuevo -aunque brevísimo- período de sesiones. En su abultada lista de pendientes está la propuesta de una Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación que ha impulsado incansablemente Gilberto Rincón Gallardo. Sería deseable que nuestros representantes entiendan la necesidad de reformas como las que incluye esa ley que debe aprobarse a la brevedad posible.

Comentarios: Fax (5) 683 93 75; e-mail: sergioaguayo@infosel.net.mx

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