La psiquiatría es una de las especialidades médicas más jóvenes, pues a pesar de que la enfermedad mental ha acompañado a la humanidad desde su inicio, siempre fue uno de los mayores misterios.
La ciencia en la microbiología, fisiología, farmacología, etc., había dado bases para conocer con relativa profundidad el funcionamiento del cuerpo humano y sus enfermedades.
La neurología como especialidad entendió la epilepsia, enfermedades demenciales, infecciosas, tumorales, vasculares o de otras; pero el mecanismo de las emociones, del pensamiento y las manifestaciones psicológicas se resistieron a la curiosidad humana y estimularon la imaginación. Lo mismo sucedió con otras ramas de la medicina en el pasado, pero en la psiquiatría, esto se ha prolongado; sin embargo, rápidamente es sustituida por conocimientos médicos.
El efecto de sustancias sobre las emociones y el pensamiento fue descubierto por el hombre posiblemente antes de la historia. Los hongos alucinógenos, la belladona, tabaco, café, cacao, peyote, coca, paciflora u otros vegetales se usaron desde que existe memoria de la humanidad; sin embargo, sus mecanismos íntimos de acción permanecieron desconocidos hasta tiempos recientes.
Las manifestaciones sanas y enfermas del pensamiento, sensopercepción y de las emociones fueron aún más inquietante, pues invocaba la presencia de espíritus buenos o malos que aparecían sin que el hombre lo provocara, como sucedía al ingerir las sustancias antes mencionadas.
La humanidad sufrió las enfermedades mentales y el dolor psicológico sin que se pudiera hacer prácticamente nada para curarlos o aliviarlos, hasta principios del Siglo XX, con lentitud aparecieron descubrimientos casuales que permitieron ayudar y entender a los pacientes psiquiátricos, así como el origen biológico y ambiental de los trastornos de personalidad menos graves.
En el tratamiento de la tuberculosis se usó y usa el ácido isonicotínico (HAIN) como forma de destrucción del bacilo causante de la enfermedad. La tuberculosis hace 60 años fue una endemia importante (por desgracia está regresando un bacilo más resistente).
Los pacientes tenían un sufrimiento intenso y prolongado, pues los pulmones con múltiples cavidades (cavernas) causaban insuficiencia respiratoria (con sensación de ahogo), sangrados importantes (hemoptisis), debilidad generalizada y frecuentemente sufrían el rechazo familiar y social que los llevaba a estar recluidos en los tenebrosos hospitales para tuberculosos.
Suficientes motivos para vivir en la ansiedad y tristeza, sin embargo se observó en muchos de ellos una alegría absurda que médicos curiosos e inteligentes relacionaron a la administración del HAIN.
La sustancia se sometió a estudio neurofisiológico y se encontró que aumentaban las aminas que se sospechaba estaban en involucradas en el control emocional (serotonina, norepinefrina y dopamina), se estudiaron otras que actuaran en forma parecida apareciendo de esta manera los primeros antidepresivos tricíclicos.
Los hipertensos, en el pasado reciente, se trataron con reserpina, y se observó que al coincidir la psicosis con la hipertensión el medicamento ayudaba a que ambos problemas bajaran de intensidad.
Fue el primer antipsicótico. Su mecanismo farmacológico es bajar la actividad de un neurotransmisor llamado Dopa Amina, buscando sustancias que funcionaran en forma semejante, surgieron los primeros neurolépticos (antipsicóticos); posteriormente se usaron activadores (estimulantes) en el tratamiento del asma bronquial, sueño exagerado y como antidepresivos, los barbitúricos fueron sustituidos como tranquilizantes e hipnóticos por los benzodiacepínicos.
Actualmente existen muchos medicamentos que tienen las ventajas de los primeros, pero con limitados efectos indeseables. Las enfermedades mentales han tenido un cambio radical en su explicación y tratamiento debido al conocimiento de las neurociencias y el uso de psicofármacos.
Los psicofármacos continúan despertando miedo y desconfianza en forma justificada, ya que algunos pocos han sido usados en forma inadecuada para buscar efectos extraños por personas con problemas de adicción.
Algunos barbitúricos (los de acción rápida), estimulantes y benzodiacepínicos han sido los que con mayor frecuencia se han mal usado, el control que hace la S.S.A. sobre ellos es de fundamental importancia; pero la enorme mayoría de los psicofármacos no despiertan el interés de los adictos ya que no satisfacen los efectos que buscan; sin embargo, los problemas psiquiátricos o emocionales ameritan un diagnóstico adecuado y gran prudencia en la medicación.
Los beneficios que se logran y los efectos indeseables son muy particulares de cada cual (idiosincrasia), la tendencia a depender es también muy diferente en cada persona, por lo que la evaluación acertada de estas circunstancias son importantes para alcanzar el beneficio y limitar los riesgos.
Los nuevos medicamentos son más seguros, incluso en la sobre dosificación, los tricíclicos, estimulantes y el litio continúan siendo muy peligrosos cuando se administran en forma inadecuada.
Al existir el riesgo de intento real o simulatorio de suicidio deben estar fuera del alcance de los pacientes; los niños han de ser protegidos de cualquier medicamento y en especial de los psicofármacos.
Los medicamentos actuales han sido la salvación de personas que apenas recientemente estaban condenadas a vivir en el infierno de las alucinaciones, delirios y alteraciones graves de conducta o con el dolor intenso de las depresiones o crisis de ansiedad que los limitaban en forma parcial o total para vivir normalmente. Los prejuicios o falta de cultura médica evita que gran número de personas puedan luchar con más posibilidades contra las enfermedades que hasta hace poco eran incurables e incomprensibles.
El conocimiento de la realidad continúa y siempre será la mejor manera de lograr una vida más plena y con menos riesgos.