Al maestro con cariño
Con motivo del Día del Maestro, se me vienen a la memoria mis maestras, las religiosas del colegio de Villa de Matel en la ciudad de Gómez Palacio. Las “madres”, como les llamamos, han otorgado sus conocimientos durante casi 100 años desde la fundación de la institución a varias generaciones de laguneros, siempre con un alto nivel académico. Sin embargo, yo quiero recordarlas, además de por sus enseñanzas, por su trato amable y afectuoso. Por mi parte, a pesar de haber sido una alumna demasiado inquieta, nunca obtuve regaños excesivos, sino consejos y disciplina y me trataron como cualquier niña con conflictos propios de la edad.
En el colegio nunca hubo distinciones por cuestiones económicas o académicas, todos éramos iguales y se vivía un ambiente cálido y de respeto por la persona humana. Quien fuera alumna de ese plantel añora los recreos en los amplios jardines conventuales con su acequia siempre con agua corriente, el granero con el maíz, los árboles de granados, el pan elaborado por ellas que nos servían en las comidas y las misas acompañadas por los cantos casi celestiales de las religiosas que nos llenaban de espiritualidad: en fin, tantos recuerdos que nos acompañaron durante nuestro crecimiento.
La gran mayoría de las religiosas de nuestra época ya fallecieron, como la madre Columbenus, Rafael, Juana de Matel, Juana de Arco, San Pedro, Ma. de Jesús (quien impartía la instrucción religiosa), Juana de Arco, etc., pero en nuestro pensamiento las mantenemos vivas. Al colegio seguimos visitándolo y siempre somos bienvenidas como cuando éramos niñas y nos da gusto ver a las madres Goretti, Martha y particularmente a la madre Encarnación, la cual diariamente en oración comunitaria pide por todas las ex alumnas y sus familias.
Por todo esto, les envío una felicitación en este Día del Maestro deseándoles que se conserven con salud y bienestar para que continúen su magna labor docente en beneficio de los estudiantes laguneros.
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