Yo no sé de armas bélicas o de aviones militares, pero sí sé apreciar las cosas bellas. En mi último viaje a Estados Unidos, caminando por las calles de Pasadena, California, ciudad cercana a Los Ángeles, me tocó admirar en el cielo un avión totalmente moderno, parecía una estampilla pegada al firmamento, como una mariposa negra, de ésas que repentinamente aparecen en los techos de las casas y las gentes señalan como de “mala suerte”, inclusive que presagian la muerte de alguno de sus habitantes y aunque uno no cree esas consejas, sí imponen temor por su tamaño y color.
Posteriormente, me enteré que se trataba de un F-22 Raptor, llamado El Dominador Aéreo, al parecer es un avión que hace muchas “monerías” como dar reversa, se enfila al cielo en forma vertical, etc., pero, lo más impresionante para mí, que no quiero tomar en cuenta la violencia sino sólo la belleza, es un avión visualmente hermoso que aún conservo en mi retina mental.