Conocemos personas que siempre tienen una actitud bondadosa, incondicional y creemos que son sucesores de San Francisco de Asís, la Madre Teresa de Calcuta o Ghandi, pero... no siempre es así. Esa actitud puede obedecer a un problema en su desarrollo psicológico.
Existen individuos que tuvieron la educación equivocada de que solamente se puede recibir amor si se es incondicional con los demás. Para ellos no existen las frases: ¡No puedo!... ¡No tengo!... ¡No quiero!... porque si expresan sus sentimientos reales piensan que no los van a querer.
Por otro lado existen individuos que tuvieron la educación equivocada de que solamente se les quiere si se les proporciona lo que desean. Para ellos sus frases favoritas son: ¡Dame!... ¡Quiero!... ¡Exijo!... para probarse a sí mismos que son queridos, y si no obtienen lo que desean sufren.
Ambas maneras de comportarse son totalmente inconscientes, no se dan cuenta de lo equivocados que están.
Cuando dos personas en esas circunstancias, por azares del destino se cruzan, el resultado es francamente no tan sólo negativo, sino dramático, porque la realidad es que como el que siempre quiere recibir nunca está conforme, el que siempre da jamás dará lo suficiente para satisfacer la demanda, y es el cuento de nunca acabar.
Los padres de familia deben ser muy cuidadosos en la manera en que dan amor a los hijos. El amor es incondicional y no debe ser utilizado para premiar o castigar. Una cosa son las emociones y otra la educación que se proporciona a los vástagos, ambas no se deben mezclar y los progenitores, desafortunadamente, utilizan los afectos para reforzar conductas.
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