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Psicomentarios| La drogadicción: pulpo social

Una noticia en los medios de comunicación: “Por haber inhalado sustancias tóxicas falleció un vicioso”. Una nota pequeña, aparentemente sin importancia. Esa muerte se suma a las miles que suceden por la misma causa y que nos enteramos. Son personas que hasta la familia, en medio de su dolor, descansa de verlos en creciente degradación y eso lastima profundamente, porque se les quiere. Las madres lloran por su deterioro físico y moral, los padres los maldicen y los hermanos se avergüenzan; pero se les quiere, y duele.

¿Cómo es que un drogadicto cae tan bajo? Eso sólo se aplica por el deterioro mental que ocurre en ellos y aún así dicen que la droga no hace daño. Si no dañara la mente la persona no resbalaría tan profundo y podría salir del “túnel” en el momento que así lo deseara; pero no puede hacerlo. Requiere ayuda, pero no la pide, ni tan siquiera se da cuenta que la necesita, ¡está tan deteriorado!

La drogadicción es un pulpo que acecha nuestros hijos, cada vez en edades más tempranas y la mejor manera de atacar el problema es la prevención, porque si se inician se quedan atrapados. No importa que lo hagan levemente o de forma intensa, de cualquier manera quedan presos, aunque se diga lo contrario. La dependencia es una cadena de eslabones muy gruesos, de los cuales es muy difícil zafarse.

Lo único que pueden hacer los adultos es proporcionar a sus hijos una personalidad fuerte para combatir los daños del exterior, pues no se les puede aislar del medio adverso. Este tipo de personalidad se logra con amor y cuidados. ¿Cómo pueden enterarse los hijos que los queremos si no se los decimos? Hagamos sesiones familiares de afecto; eso siempre funciona.

www.cotygube63@hotmail.com

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