La semana pasada tuve la visita de mi nieto Isidro. Es un adolescente de 13 años y cuando los cumplió, al recibir mi felicitación, me contestó: -¡Al fin 13 años!-, como si eso constituyera un gran paso en su vida. Y es que a esa edad sí es importante el crecer y uno de adulto, que aquilata lo que eso significa, piensa que es comenzar a enfrentarse a retos y sinsabores, pero, confío en que Dios lo protegerá de los peligros del medio externo.
Fue un regalo su presencia, sobre todo porque siempre venía con sus papás y sus hermanos y ahora él decidió venir solo, acompañado por un amiguito de la escuela, a visitar a su abuela. Gracias a la vida que me dio esa dicha.
Si los nietos adolescentes, (y me refiero a los jóvenes porque a los niños los padres los animan a hacerlo) comprendieran la alegría tan grande que proporcionan a los abuelos con sus actitudes cariñosas, como el visitarlos, llamarlos por teléfono en fechas especiales o sólo por saber cómo están, platicar con ellos, tomarlos en cuenta, o, tan siquiera, saludarlos cuando sus hijos los visitan, no dudo que estarían más dispuestos a hacerlo, porque los adolescentes son buenos, sólo que están viviendo su mundo propio y no tienen espacio para otras cosas.
Felicitaciones a todos los abuelitos y espero que hayan pasado un hermoso Día del Abuelo.
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