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MÉXICO, DF.- Los rituales de la época prehispánica eran el puente entre el hombre y sus deidades, medio por el cual pedían favores a sus dioses, los adoraban y festejaban, afirmó la etnóloga Dora Sierra, autora del estudio Plantas, Ofrendas y Rituales en el Centro de México.
El sistema de ideas y creencias de cada cultura permite conocer su visión del mundo, ya que cada religión cuenta con un cuerpo conceptual de mitos que rigen la vida individual y colectiva del grupo social, añadió.
Todo ello se manifiesta en distintos rituales que se realizan en el ciclo de la vida de los individuos y en la propia naturaleza, precisó.
Comentó que en su investigación narra algunos de los muchos rituales que se realizaron en Mesoamérica, por los antiguos pobladores.
Los grupos mesoamericanos expresaban sus creencias y costumbres en las fiestas que se celebraban a lo largo del año, en las que los ritos alcanzaron su máxima expresión. Es así como se sabe de la adoración y festejo a diversos dioses, como lo fue Tláloc, además de otras deidades relacionadas con diversos vegetales: El Dios del Pulque, del Maíz, la Diosa del Mantenimiento o la de las Siete Serpientes, las Diosas del Agua y de la Sal y Xochipilli, también conocido como Cinco Flor, dios principal que daba las flores.
La investigadora comentó que las plantas fueron esenciales en las ceremonias que acompañaban a los cautivos rumbo al sacrificio; además de adornar y aromatizar los altares y las imágenes de los dioses, con incienso para proteger las casas o guirnaldas en las cabezas y en las manos de los asistentes.
Sierra refirió que es interesante observar que el uso de las plantas tenía también un sentido protector, como en el ritual que realizaban las parteras y curanderas, para lo cual utilizaban tabaco, flor de cempasúchil y copal.
El amaranto, agregó, era considerada la planta de los cuerpos divinos, con la mejor comida se preparaba una masa para elaborar las figuras de los dioses de los montes y los objetos que se utilizaban en las ofrendas.
La mayoría de los ritos que realizaban en Mesoamérica se alude a las resinas aromáticas con las que se incensaba a los dioses, parte esencial del culto y de la ofrenda a las deidades y a los muertos.
Los templos, lugares de sacrificio, cuevas, montes, entre otros, eran formados con copal; en las casas se incensaba a las imágenes de las deidades, las personas y los objetos empleados en las ceremonias mágicas, religiosas y curativas.
Entre los habitantes de algunas poblaciones del centro de México, se tiene la creencia de que el incienso posee el poder de enfrentarse a deidades malignas y ahuyentarlas por su fuerte olor.
Entre los rituales curativos y conjuros para invocar a los dioses y para retar a la enfermedad o al causante de ella, la salud sólo se podría recuperar al lograr el perdón divino, mediante un rito propiciatorio en donde el médico era el mediador entre el paciente y la deidad ofendida.
La especialista señaló que algo importante, es el hecho de que los campesinos del centro de México conservan la creencia de que en fechas claves del ciclo agrícola, deben subir al monte para llevar ofrendas y alimentos a los dioses.