Se jugaba la Copa del Mundo Inglaterra 1966; Aarón Padilla hizo su famosa “bicicleta” por el extremo izquierdo, centró a Enrique Borja y el goleador de los Pumas de la UNAM, hacía el gol de México, frente a la Selección de Francia.
Padilla y Borja eran parte de un equipo que además de su garra a la hora de jugar, siempre se distinguió por tener un verdadero líder en la cancha; Enrique Borja lo fue en su momento, como sucedió también con el “Capi” Héctor Sanabria, Juan Armenta, Juan Alvarado, José Luis “La Calaca” González, Leonardo Cuéllar, Hernán Cabalceta, Evanivaldo Castro “Cabinho”, Ricardo Ferreti, Miguel Mejía Barón, Spencer Cohelo, Manuel Negrete, Olaf Heredia, Jorge Campos y Miguel España, entre otros.
De Argentina llegó Renato Cesarini para fundar aquella famosa Escuela de la UNAM, famosa por haber sido cuna de grandes futbolistas mexicanos, entre los que destacó el hijo del “Corzo”, Luis Regueiro, hasta hace unos meses, presidente del conjunto universitario. Los Pumas campeones con el húngaro, Jorge Marik, colocaron a esta institución en la cima del futbol mexicano, como sucedió después al mando de Bora Milutinovic y Miguel Mejía Barón, incluso Arpad Fékete, reconocido por sus trabajos emergentes, en equipos con problemas de descenso.
Como símbolo del futbol nacional y de los Pumas de la UNAM, Hugo Sánchez está por segunda ocasión al frente del equipo de la máxima división, por momentos la motivación y la garra aparecieron, sobre todo en actuaciones en la Copa Libertadores de América, sin embargo, en los torneos del futbol mexicano, los resultados dejan mucho que desear.
Pumas ya debe pensar en el próximo torneo, pero el análisis debe incluir el caso de Hugo Sánchez, hoy en día protagonista máximo de la institución, pero no por sus buenos resultados como director técnico, sino por sus declaraciones y actitudes, en ocasiones infantiles, que tienen la finalidad de acaparar la atención y dejar en segundo término el trabajo futbolístico de un estratega.
Extranjeros que no gravitan en los partidos, jugadores muy jóvenes que aún no sienten los colores azul y oro, quizá a excepción de Joaquín Beltrán, y en general, una gran ausencia de talento; eso es hoy el conjunto universitario, muy lejos de los Pumas que dieron brillo a la institución, reconocida aún entre las de mayor tradición en el balompié nacional.